A él clamé con mi boca,
Y fue exaltado con mi lengua.
Si en mi corazón hubiese yo mirado a la iniquidad,
El Señor no me habría escuchado.
Mas ciertamente me escuchó Dios;
Atendió a la voz de mi súplica. Salmos 66: 17-19
Para estar
de pie en la
vida, hay que
estar de
rodillas ante
DIOS