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Oración de la mañana por protección y bendición

Amado Dios, te doy gracias por este día nuevo, de bellas sorpresas y valiosas oportunidades para mostrar bondad a todos los seres vivos que al caminar encontramos.

Ha nacido un nuevo día y los rayos de sol nos alumbran y nos anuncian un tiempo de victoria y bendiciones.

Padre amado, en esta hora temprana, siente mi alma, escucha mi ruego, palpa mi corazón que late con esperanza.

Se  que escuchas mis palabras y sabes que cada día anhelo este momento, cuando mis rodillas tocan el suelo y el vibrar de mi voz se pone a tono con la música del cielo, con los cantos angelicales que sólo siente aquel que en verdad te adora;  notas melódicas que traen calma a mi sosiego,  que apagan los temores del ayer,  que me hacen olvidar los terrores de la noche,   que me recuerdan una y otra vez la promesa eterna,  palabra y santa y duradera:  he aquí tú estás conmigo, todos los días,  toda las noches, en inviernos,  en primaveras y   bendices mi vida como cuando la lluvia se derrama en la Tierra.

Los sueños que se habían secado reverdecen, las semillas olvidadas se estremecen y brotan la vida, dejando atrás la sequedad y la dureza.

Y yo que en mi falta de fe creí que moriría.  Me dejé llevar por mi imperfección, permití que mi mente fuera controlada por las dudas, dejé que otras personas llenarán mi cabeza de ideas vanas.

Me hicieron creer que tu presencia era lejana y que tú no atenderías a mi llanto.

Creí a La mentira  de qué tú solo bendices a los que nunca fallan,  a los que se creen perfectos, pero con mi rostro en tierra y humillado tuve que reconocer  que en este mundo no existe humano que jamas te haya ofendido y tú mismo lo dijiste con tus propios labios,   que pagaste con tu sangre por nuestros pecados  y que en tu resurrección nos diste vida a  aquellos que nos arrepentimos de nuestros malos pasos y con lágrimas y remordimiento reconocemos que realmente te necesitamos.

Viniste a sanar a los enfermos, eres el rey de reyes que perdona faltas y renueva nuestra alma.

Ahora que entiendo mi gran necesidad, también siento aún más fuerte cuánto me amas y  sentir tu amor tan real, tan seguro,   me da la confianza de poder llegar hasta tu trono celestial  para rogar y esperar por tu socorro oportuno.

Para abrazarme de tus pies y derramar mis lágrimas en gratitud porque me has perdonado y me amas como soy,  porque has cambiado mis caminos  y me prosperas al lugar a donde voy,  me cuidas por las sendas que ando  y porque tu misericordia la extiendes a mi familia,   a los seres que amo.

Gracias, una vez más, gracias, por fijarte en este pecador, por darme la fuerza para no mirar hacia el pasado  y por  el valor de caminar con firmeza hacia el futuro.

Amado Dios, en tus manos esta nuestra vida, cuídanos en nuestra entrada, resguárdanos en nuestra salida. Este es un día de gozo, así será, así lo creo, amén

Escrito por Hermes Alberto Carvajal

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