Lo has escuchado bien,
Quiero que tomes un minuto,
Que apagues la luz
Y quites tu atención de la distracción del momento.
Muchas luces, muchas distracciones,
Más es hora de que escuches mi palabra
Salida directamente desde el cielo;
Hablada por mi boca, nacida en la verdad,
Escrita con sangre, sellada en Espíritu.
Palabra que limpia, palabra que sana,
Creada para ti para ese día en
Que algún triste recuerdo
Te haga añorar la ternura de mi paz y mi consejo.
Porque no son las ocupaciones ni los logros
Los que traen felicidad, ni la quietud viene
Cuando se conquista un sueño.
Los ríos de tu mente corriendo en ansiedad,
Y sólo se aquietan en presencia
De tu Dios: tu Padre celestial.
Y la alegría plena llega cuando entiendes
Y crees en mi proverbio:
La sabiduría empieza cuando reconoces
Que Yo, tu Padre Dios estoy aquí presente, junto a ti
En todo lugar, en todo tiempo;
Preocupándome por ti, me interesan tus anhelos.
Y que si me das toda tu atención y tu respeto,
Si apagas las luces que obstruyen tu visión,
Si alejas de ti las confusas distracciones,
Y Si crees firmemente en mis promesas,
Si te aferras a deleitarte en mi amor,
Y si puedes con sencillez y confianza
En mi hombro recostar tus pensamientos,
Te lo dice tu Dios, el Alfa y Omega,
Te lo digo Yo: CIERRA TUS OJOS,
Que cuando apagues las luces de este mundo,
Se iluminará tu corazón y en un segundo
Tu vida cambiará;
Víctima del temor ya no serás,
Porque ahora lo sabes y con seguridad,
Que Yo estoy aquí,
RECIBE MI DESCANSO, RECIBE MI PAZ.
Apaga la luz,
Siente, percibe, vive, escucha.
La oscuridad de afuera para ti no significa soledad,
Porque dentro de ti
Brillará por siempre esta verdad:
Te amo, créelo, Yo Te Amo,
Y NO TE ABANDONARÉ NUNCA, NUNCA, NUNCA.
AMÉN