En los días en que los helados eran mucho más baratos, a una heladería entró un niño de 10 años y se sentó en una mesa. Una mesera del lugar lo vio y fue y le puso un vaso de agua frente a él.
― Buenas tardes, señorita, dijo el niño, y le preguntó: “¿Cuánto cuesta un helado de nueces con chocolate?
-50 centavos -respondió la mesera. El chico sacó la mano del bolsillo y comprobó el efectivo que traía. Todo su capital eran a penas algunas monedas.
«¿Cuánto cuesta un helado de chocolate sin nueces?», volvió a preguntar.
La mesera miró a todos lados, ya había algunas personas esperando por una mesa en ese momento.
«Treinta y cinco centavos», dijo algo molesta. El niño vuelve a contar sus monedas…
«Solo quiero helado de chocolate, sin nueces», dijo el niño. La mesera regresó y con mala cara le puso la cuenta sobre la mesa y se alejó. El niño terminó su helado, pagó en la caja y se fue.
Cuando la mesera regresó, comenzó a limpiar la mesa y luego vio algo que la hizo tragar en seco. Veinticinco centavos estaban cuidadosamente dispuestos junto al plato vacío.
Ella se quedó muda, pensando en que era raro que dejaran propina.
Moraleja: Nunca juzgues a los demás por su apariencia!
No juzgues por las apariencias
A menudo juzgamos a los demás por su apariencia. Si alguien tiene sobrepeso, podría ser menos tomado en serio durante una entrevista. Si alguien no está vestido como lo esperamos, tampoco lo tomamos en serio… Y así, vamos por la vida haciendo juicios injustos.
¿Por qué lo hacemos? Esto se debe a que tendemos a juzgar por apariencia. Cuando juzgamos a las personas, estamos estableciendo nuestras expectativas en función de lo que vemos y sentimos. En realidad muchas veces nos llevamos una gran sorpresa, pero lo olvidamos y, pasado el tiempo, volvemos a ser injustos juzgando porque nos parece en la superficie, que esa persona no tiene dinero o que aquella persona no es inteligente por su forma de peinarse.
Como cristianos, no debemos juzgar por las apariencias. La Biblia enseña que Dios mira al corazón, no a la apariencia externa. No debemos juzgar a alguien basado solo en la apariencia, ya que esto nos hace parecer indignos ante él. Este principio se refleja en la advertencia en Mateo 7: 1.
El juicio es una forma de pecado porque nos obliga a juzgar a alguien basado en la apariencia externa. Proverbios 18:13 nos dice que no lleguemos a conclusiones antes de que sepamos los hechos. En la Biblia (Lucas 7: 36–50), Simón el fariseo hizo el juicio equivocado basado en una mirada superficial, al no darse cuenta de que la mujer había sido perdonada. Jesús lo reprendió por su injusto juicio. Además, juzgar a alguien por apariencia es injusto.
Por favor, tratemos de no juzgar.