Cada día te muestro de muchas maneras cuánto te amo. Ya te he dado muchas bendiciones que debes valorar. Si te las doy, es porque mi deseo es bendecirte y que te vaya bien en todo. Sensibiliza tu alma, abre tus ojos, abre tu espíritu para que tú las puedas ver.
Te he bendecido para que seas victorioso, te he colmado de fortaleza para que seas vencedor, he perdonado tus pecados. He borrado tu maldad, he enterrado tu pasado, he cambiado tu vida, te he dado un nuevo corazón.
No hay razón para que te sientas triste y derrotado, yo sé que en veces te cansas y no sabes qué hacer, pero para eso tienes mi palabra. Te recuerdo siempre que de mi boca han salido tantas promesas en las cuales debes de confiar.
Cuando te sientas triste, cuando estés cansado, cuando tu ánimo se baja, cuando tu cuerpo está agotado, cuando tantas situaciones te ciegan y no puedes mirar por el camino, cuando la oscuridad nubla tu vista y parece que pierdes tu destino; en todos los momentos que te sientas derrotado, también estoy contigo.
Cuando tu ánimo se levanta y te comprometes a la lucha, también estoy contigo. En las altas y en las bajas, en las buenas y en las malas, en salud o enfermedad, en abundancia o en escases temporal.
Cada día, cada minuto, te lo recordaré que, así como estuve con mis siervos que me honraron con su fe, así también estaré contigo y nunca te abandonaré.
Yo sé que estas palabras te fortalecen, levántate ya porque hay muchas cosas por hacer.
Confía en mí, cree en mi amor, yo hago crecer tu fe.
Estoy contigo.
Amén.