Cuando sientas que ya no puedes más, déjame ese asunto a mí. Recuesta tu cabeza en mi hombro cuando pienses que ya no puedes resistir, entrégame tu corazón y permíteme llenarte de mi amor cuando sientas que ya no quieres vivir.
No es casualidad que esto estés escuchando, estaba escrito que yo vendría para hablarte, para demostrarte con acciones que te amo, que quito todos tus pecados, que perdono todas tus equivocaciones.
Pero no te castigues a ti mismo por muchas cosas malas que en el pasado sucedieron, no tienes la culpa de todo, también a ti te engañaron, te despreciaron y te hirieron, así dolido te levantaste e hiciste muchas cosas, te dejaste llevar por tus emociones. Pero mira, yo soy tu creador, mejor que nadie te conozco y quiero traer sanidad a tu mente, a tu alma, que estés libre de culpabilidad y preocupaciones.
Si aceptas mi perdón y crees que con mi sangre te he limpiado, verás cómo milagrosamente tu vida completa cambia. Yo te prometo que al fondo del mar arrojaré todos tus pecados y nadie tendrá el derecho de venir a condenarte porque ahora tus ropas son blancas.
Para muchos será difícil de entender, pero tu tienes la capacidad de tener fe y de creer, de aceptar con la inocencia de un niño la verdad de mi palabra. Puedes reconocer en tu corazón que es tu Dios, tu Padre celestial quien ahora te habla y que con mi mano poderosa hoy he venido a quitar de tus hombros toda carga, a echar fuera de tu vida por el poder de mi sangre, todo espíritu de muerte, toda idea de derrota. Quiero verte sonreír, quiero verte en victoria.
Hijito mío, recibe mi abrazo, tómate de mi mano, te cubro hoy con mi manto, llénate de mi majestuosa gloria.
Levántate ahora, enfrenta las cosas que tengas que enfrentar, esfuérzate y sé valiente, no temerás a nada, no desmayarás, todos los que se levanten contra ti, delante de ti caerán.
Recibe con fe lo que te digo, te amo mucho, eres mi hija, eres mi hijo, así será para siempre. Amén.