Cuando vienes y tocas a las puertas de mi corazón con tu oración sincera, las puertas te voy a abrir.
Tu oración es bienvenida, tus palabras son oídas. Tienes mi promesa que en mi tiempo y conforme a mi voluntad, mi respuesta vas a recibir.
Atrévete a creer, hay tantas cosas maravillosas que por ti y tu familia puedo hacer. Solo te pido que creas en mis promesas sinceramente, que las hables día y noche, que antes de acostarte las recuerdes, que sueñes con ellas, que no se te olviden.
Mis promesas son tu fortaleza, tu cimiento, tu espada y tu alimento. Quiero que en ellas te hagas siempre fuerte y que creas que puedo ayudarte y proveerte.
No te olvides de mí cuando la lucha venga, no hay nadie en este mundo como yo que te pueda librar, que te levante y te sostenga. Hay veces que te sientes solo, que piensas que no hay nadie que por ti se preocupe, pero yo quiero que tomes una pausa en tu vida en este momento y me escuches.
Mira todo lo que te he amado, medita en todas las veces que te lo he demostrado y cómo en muchas ocasiones recibiste, cuando más lo necesitabas, un milagro.
Lo aceptaste con gozo, me agradeciste abundantemente, pero después con las situaciones de la vida, te olvidaste de mí y empezaste a alejarte.
Pero yo te seguí amando y te lo sigo demostrando, no me cansaré de hacerlo. Cuando tocas yo te abro, cuando me hablas te escucho, con tu petición puedes llegar hasta mi santo trono en los cielos.
Me gozo cuando me hablas, cuando traes tus peticiones, cuando lavas mis pies con el perfume de tus oraciones.
Te responderé y te daré aún más de lo que pides. Hoy has comprobado y con mi sangre está sellado, que mi amor por ti no se acabará nunca. Amén.