Desde el vientre de tu madre, te miré. El día que viste la luz, te elegí.
Escuché tu llanto, me gocé en tu risa. Vi tus primeros pasos, tus primeras caídas.
Cuando en las noches en tus sueños me llamabas y en aquel rincón tus temores me contabas.
Yo soy Jesús, soy el mismo. El que hizo un pacto contigo cuando aún eras un niño.
Yo Soy el que Soy, y el pacto aún sigue vivo. Fuiste, eres y para siempre serás mío…
Mírate al espejo y dime si no te pareces a mí: A imagen y semejanza del Dios todopoderoso. Hermosa criatura llena de gracia: Corona de la creación.
Tú te miras a ti mismo, a veces, como te pintan los demás y te pones los límites que los hombres te ponen. Pero tú eres mucho más que lo que otros piensen de ti.
Yo miro tu corazón, la inocencia de tu alma, la pureza de tus sueños. Sí, yo te amo, que eso te baste.
Camina seguro, da pasos grandes y firmes. Graba esta verdad en tu alma y conquistarás naciones: No necesitas al mundo para forjar tus anhelos; me tienes a mí.
Y tú, ¿Aceptas mi amor? Ven aquí a mi lado y déjame guiar tus pasos. A mi lado, nada temerás y además, cuentas conmigo: Sí, como tu Dios,
tu Señor, tu salvador, pero también como tu amigo.
A quien no tienes nada que ocultar,
en todo tiempo en mí podrás confiar.
Yo no te miento, no te olvido, mi amistad no te niego.
Mi corazón está dispuesto, seré para ti consuelo
en tus momentos de dolor, en el peligro, en la aflicción; y aún si el mundo entero te abandona, yo estaré contigo.
Mi amor por ti no cambia con el tiempo.
Te amo con la misma fuerza como cuando eras niño, y aún si me olvidares, esperando aquí estaré;
seré para ti siempre el mismo y siempre te amaré.
En las buenas y en las malas, cuentas conmigo.
Amén