Dios, ten misericordia de mi

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NO LO DUDES. Tu nombre está escrito en el libro de la vida por la misma sangre de Jesús. No avientes a la basura todos los años de fe en los que has luchado contra vientos y mareas. Contra carencias y calumnias, contra dolor y enfermedad. Contra dudas y ansiedad. Todos en realidad pasamos por estas cosas que he mencionado. Tanto aquellos que te menosprecien y se crean personas de «mayor fe», como aquellos que como tú, (y aquel publicano del cual habló Jesús), digan con humildad de corazón, Ten misericordia de mí, ¡Se propicio a mi Señor, que soy pecador!

Y claro que ya ha sido propicio y misericordioso. A Dios no se le olvida el sacrificio de Jesús por ti. A nosotros a veces se nos olvida o dudamos si seremos merecedores de su gracia. Dios tiene presente todos los días a su diestra a aquel que porta las heridas de los clavos en sus manos y sus pies, y la herida de la lanza en su costado. Esas heridas están presentes como ofrenda sagrada ante el Dios santo pero misericordioso, y sobre todo, esas heridas esta ahí para recordarle al universo que tu cuenta ante Dios ya fue pagada.

Tu nombre está escrito en ese libro. Recuérdalo…

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