El sufrimiento que hoy estás atravesando no puede compararse con la maravillosa, majestuosa, divina bendición que pronto yo te voy a dar. Pronto haré que se termine este tiempo de dificultad.
Has sufrido tantos conflictos, has tenido que llorar, pero mi amor te ha sostenido, estás leyendo y escuchando mis palabras y no es casualidad.
El propósito para tu vida continúa firme, el salir de la tristeza es posible, en medio de tus angustias, preocupaciones, mi consuelo y mi gracia te han llenado de esperanza. Mi amor, mi cariño han saciado tu corazón con calma, estás vivo, seguirás viviendo con triunfo y victoria porque así quiero que lo hagas.
Te pido que te pongas de pie ahora, olvidando lo que queda atrás, camines hacia adelante y entres por todas las puertas que yo te abra.
Mi bendición no te dará aflicción, mi prosperidad no te traerá deudas, la abundancia que traeré a tu vida no te acarreará tristezas. De nuevo te lo digo, pon la mirada en lo que tienes por delante, fija tu vista en lo que está frente a ti.
No te desvíes, no te desenfoques, no pongas atención al ruido y la murmuración de los que te quieren distraer. Las malas noticias y el pesimismo de los mentirosos quieren estropear tu fe.
Hay muchas promesas en mi palabra, de ninguna de ellas puedes olvidarte, poner en duda lo que yo te digo puede desanimarte y debilitarte. Tienes que creer ciegamente que, a pesar de tantas tormentas, tantos problemas a tu alrededor, yo te amo, vendré a darte fuerzas y a ayudarte.
Muchas de esas preocupaciones que ocupan tu pensamiento, pronto llegarán a su fin, con tus propios ojos verás cómo te demuestro este gran amor que tengo para ti.
Yo veo tu corazón, sé que nunca dudarás y si la duda viene a atacarte, sobre tus rodillas te pondrás y por mi socorro clamarás. Te amo, dime que nunca lo dudarás. Amén.