Estoy pensando en ti,
Cuando en silencio te diriges a mí,
Cuando tu oración elevas.
Aunque sea en un murmullo:
Tu voz es oída,
tus palabras entendidas,
Tus lágrimas depositadas en ofrenda Delante del trono de tu Padre.
Lágrimas puestas en libertad.
Gotitas de amor que vienen A explicar tu ruego
son bien recibidas,
son valoradas.
No lloras en vano.
Tu llanto ha sido recibido en la corte del cielo.
¿Me estará escuchando Dios? … Dijiste…
– Te estoy escuchando…
¿Contestará Dios mi ruego? Clamaste…
– Te estoy contestando.
Tus lágrimas cantaron la melodía y el canto de un dolor sincero.
Un dolor que espera,
un dolor que sabe Que su gemido es oído;
y que del mismo Dios omnipotente recibirá consuelo.
Y mira, que en mi libro escribo,
Y tus lágrimas han sido la tinta
con el color exacto para escribirte mi respuesta.
Tu llanto derramas.
Tu llanto corre.
Tu respuesta viene.
Yo mismo lo he escrito,
Está sellado y registrado.
Y en un segundo,
al sonar de las trompetas,
El río de tus lágrimas que vino a tocar mis puertas,
Correrá de nuevo a ti transformado,
Derramándose – En cascadas de agua fresca
que te dará la paz y la alegría que Hace mucho esperas.
Por eso, si sientes deseos de llorar,
Llora sin temor,
que tus lágrimas Regresaran a ti
En lluvia de mi Espíritu;
en corrientes vivas De fortaleza y bendición.
No pierdes el tiempo cuando lloras,
Te escucho y te seguiré escuchando.
Siempre hay un lugar para ti
dentro de mi corazón.
AMÉN