Hijita, hijito, regálame un minuto en este día con todo tu corazón, sin distracciones y sin prisas. Mira que yo te voy a responder, tus labios se llenarán de alabanza y de risa. Sé que has estado batallando con muchas situaciones y es tiempo de que tengas paz y seas feliz.
Has deseado tanto recibir una respuesta, has orado y orado día y noche. Has sufrido tanto en la espera, pero mis manos como las de un alfarero te están moldeando, aunque tu a veces no lo sientas ni lo veas, estoy quitando tus temores y tus imperfecciones, tu carácter y tu forma de ver la vida estoy cambiando.
Después de tanto esperar, de pasar noches llorando, cuando recibas mi bendición y cuando mi respuesta toque a tu puerta, te darás cuenta cómo has cambiado.
No te acordarás más de la tristeza, no batallarás más con los desalientos, nunca más te volverás a hundir en depresiones dolorosas, ni tus emociones serán sacudidas por los vientos.
Yo prometí darte un futuro de prosperidad y eso estoy haciendo, por eso quiero que te llenes de mi palabra para que tu fe se renueve y que tu carácter se esté fortaleciendo.
Quiero que te prepares para recibir bendiciones maravillosas, que abras tus manos para poner en ellas muchas cosas, lo que estás necesitando, pero también te daré mucho más de lo que me has pedido.
No tengas miedo de pensar y soñar con grandes planes, tienes derecho a empezar de nuevo. Hubo muchas situaciones en el pasado que no salieron bien, pero créeme con toda tu alma que, por causa de tu fe y tu fidelidad, esta vez tendrás tanto éxito que te vas a sorprender.
En mi palabra encontrarás guianza y sabiduría, búscame de todo corazón y abre cada día tu biblia. Lee con hambre, aprende con devoción, en cada página que leas, podrás en tu espíritu sentir y escuchar mi voz.
Así que hoy, ven ante mi presencia, aquí te espero para escuchar tus peticiones y abrirte las puertas de los cielos. Amén