La puerta que yo abro nadie la cierra, nadie te robará la bendición que yo te doy. No le creas las mentiras a los enemigos, son tuyas todas las bendiciones que has recibido, te bendigo porque te amo mucho, te he perdonado y te pertenece todo lo que entrego en tus manos.
El enemigo te dice que todo lo perderás porque no te lo mereces, que no has trabajado lo suficiente, que hay otros mejores que tú. No es cierto, no es verdad, cada uno de mis hijos es diferente, cada uno recibe lo que yo le quiero dar. Así que no deseches las bendiciones que te ofrezco, no menosprecies las oportunidades que te mando, te abriré las puertas que tanto habías tocado, pero entra con confianza, que no te gane el temor. Porque solamente si permites el miedo en tu corazón, perderías muchas cosas, pero sé que no lo harás, sé que no temerás, por eso puedo confiarte bendiciones grandes, yo sé que administrarás muy bien todo lo que te doy.
Te abriré puertas gigantescas, te daré gracia ante personas importantes y ellos verán en ti mi amor y mi poder. Cuida tus labios cuando hables, que no salgan de tu boca palabras de maldición. No te menosprecies a ti mismo, hoy te convertiré en fuente de bendición. Llena tu corazón de humildad, habla con tus labios la verdad, declara mi palabra y recuerda lo que al principio te dije:
La puerta que yo abro nadie la puede cerrar.
Te llevaré a una tierra de abundancia, de prosperidad, pero lo haré para que bendigas, para que ayudes, para que des, para que levantes al caído, para que tiendas la mano al que me necesita. Te abriré mil puertas, te enviaré mil bendiciones, derramaré en ti mi poder. Dime tu ahora que me buscarás con todo tu corazón, dime con toda tu alma que me crees.
Te amo y siempre te amaré.
Amén