La inseguridad es una emoción que produce una sensación molesta en lo profundo de nuestra alma que nos dice que simplemente no somos suficientemente buenos.
La inseguridad nos hace sentir como si hubiera algo intrínsecamente mal en nosotros. Nos hace sentir que no somos dignos de amor o aceptación y este sentimiento es doloroso y desalentador, pero no tiene por qué ser un sentimiento permanente.
Nuestro Buen Dios valora tanto a cada uno de nosotros que nos dio a su amado Hijo Jesús para que pudiéramos tener una relación con Él sin ningún obstáculo.
El Señor es mi luz y mi salvación; ¿a quién temeré? El Señor es el baluarte de mi vida; ¿quién podrá amedrentarme? Salmo 27:1
Aunque muchos de nosotros estamos conscientes de esto, todavía luchamos con sentimientos de inseguridad que parece que no podemos superar. En realidad no se trata de lo fuerte que sea tu carácter ni de definida que sean tus ideas, nuestra seguridad está en Cristo. Tenemos un Dios que nos ama y nos cuida en cada paso que damos, no confíes en tu persona, confía en quien te sostiene.
Dios anhela liberarnos de la esclavitud de la inseguridad, pero tenemos un papel que desempeñar para encontrar esa libertad. Aquí algunos consejos para que puedas comenzar tu viaje hacia la liberación de los efectos debilitantes de la inseguridad:
- Se honesto acerca de tu lucha.
Por lo general, el primer paso hacia la libertad es admitir que luchas contra un sentimiento angustiante y desmotivador como la inseguridad. Es importante pedirle con Fe a Dios para que te abra los ojos y así ver la verdad de lo que realmente está pasando en tu corazón.
Es posible que sepas mentalmente que tu seguridad debe descansar en Dios, pero todavía luchas con poner en práctica esta verdad. O quizás, puedes tratar de engañarte a ti mismo y a los demás fingiendo que te sientes seguro, mientras lucha con la vergüenza y el descontento que la inseguridad trae consigo.
“Si confesamos nuestros pecados, Dios, que es fiel y justo, nos los perdonará y nos limpiará de toda maldad” 1 Juan 1:9.
- Reconoce tus desencadenantes dolorosos
La inseguridad a menudo llega a ti como resultado de desencadenantes dolorosos que ocurren en tu vida.
Hay situaciones infinitas y eventos que pueden dar lugar a la inseguridad y los desencadenantes son diferentes en cada persona. Pero hay que ser consciente de qué situaciones te dan esa sensación de desaliento que te hacen sentir menos, débil o avergonzado.
Obviamente, sentirse inseguro no es agradable, pero puede darte una hermosa ventana a tu alma donde puedes ver un área herida que Dios puede sanar. Reconocer estas áreas es una parte poderosa del camino hacia la libertad.
“Hagamos un examen de conciencia y volvamos al camino del Señor”, Lamentaciones 3:40.
Permite que Dios use tus desencadenantes para crecer
Una vez que identifiques un detonante doloroso, tienes que estar abierto a que Dios te muestre la mentira o la falta de fe que lo está causando. Algunas creencias erróneas comunes que se encuentran bajo la inseguridad radica en sentimientos como «Soy un inútil porque fallé en algo», o «Si alguien me deja o no le agrado es porque no soy digno de ser amado» o «Nunca seré lo suficientemente bueno”.
Cuando reconozcas estas mentiras que solo habitan en tu cabeza, ora por un cambio de corazón para creer en la verdad de Dios sobre las mentiras de tu mente. Conocer la verdad de Dios y creer realmente en ella requiere la intervención milagrosa de Dios para sanar y cambiar su corazón.
También es importante no tener prisa por salir o arreglar circunstancias difíciles que amenazan tu identidad. Es probable que Dios lo esté usando para resolver las cosas que están mal en ti y ayudarte a crecer en madurez e intimidad con Él.
“Aplica tu corazón a la disciplina y tus oídos al conocimiento”, Proverbios 23:12.