Nada te va a faltar, yo te lo prometo. Soy tu proveedor, estoy pendiente de tu situación y tu necesidad. No te angusties por esta situación que estás pasando, cierra tus ojos, recuerda mi palabra, tu mente y tu corazón se llenarán de paz y tranquilidad.
Hay muchas puertas a tu alrededor que serán abiertas, ve y toca esas puertas con firmeza y decisión. Te mando que lo hagas y que al hacerlo no tengas temor, pondré en tus labios las palabras que tengas que decir.
Toma la decisión hoy mismo y avanza en tu camino, no te quedes inmóvil por el miedo. Cuando te levantes y camines se abrirán para ti las ventanas de los cielos, derramaré sobre ti bendición abundante y verdadera.
Cosecharás provisión a manos llenas, serás libre de cobradores y de deudas, tendrás aún mucho más de lo que esperas para repartir, para dar, para bendecir, para sembrar, seguirás cosechando y seguirás sembrando.
Así será de hoy en adelante cada día, cada mes y cada año, por eso, vuelve a leer y escuchar estas palabras hasta que me entiendas claramente.
Tienes que hacer lo que te mando, alimentarte de mi palabra escrita y avanzar firmemente, es hora de que despiertes, de que tu fe se encienda, se avive y se acelere ese plan que desde hace mucho tiempo tengo para ti.
Deja atrás todo recuerdo de derrota, toda culpabilidad, decídete a persistir, a luchar diariamente, a no poner atención a los rumores y los ataques de la gente. Perdona, sigue, olvida y avanza. Mis palabras serán tu escudo, tu fe será como una espada, te ayudaré a que te abras camino en medio de los obstáculos que puedas enfrentar.
Decídete a perseverar, te doy las fuerzas para luchar, te lo repito, yo soy tu pastor, tu proveedor, sé cuál es tu necesidad y te daré lo que te hace falta y mucho más. Dime con tus labios que con todo tu corazón seguirás luchando, viviendo, creyendo. Amén.