No le hagas caso al mentiroso, no pongas atención al chisme, no des oído a la condenación, no creas a las palabras de tus acusadores, no seas confundido por tus propias emociones, ignora a aquellos que se sienten mejores y más justos que tú. Decídete de una vez por todas a levantarte y ser quien realmente eres; mi hijo amado, perdonado, redimido, transformado, lleno de humildad, de alegría, de fortaleza, de felicidad.
Quiero que hoy dejes de preocuparte por el pasado. Ya me pediste perdón, ya te humillaste ante mi presencia, todo está en mis manos. Yo me encargaré de tus acusadores, de los que quieren derrotarte, de los que no soportan ver que mi gracia y mi bendición siguen contigo a pesar de todos los errores que has cometido. Ellos no saben, no entienden que ya te has arrepentido y me has abierto las puertas de tu alma, en tu corazón yo vivo. Me has puesto en mi primer lugar, has decidido amarme con todas tus fuerzas, has creído en el plan de salvación, salud, prosperidad y bendición que tengo para ti.
La prosperidad que yo te doy no trae tristeza con ella, ni esclavitud de deudas. Yo te proveeré lo que necesitas para que vivas en abundancia, para que no tengas la necesidad de pedir prestado a los que pueden hundirte en la desesperación, robarte tu libertad y quitarte el gozo.
Te lo vuelvo a recordar, mi palabra se cumple siempre, mis mandamientos son firmes, mi boca no miente. En mí encuentras la verdad, confía entonces en lo que te digo y no te dejes engañar cuando el enemigo te vuelva a atacar.
Llénate de mi palabra para que vivas en paz y en estabilidad, para que nadie confunda tus emociones.
Yo soy tu Dios, tu padre eterno y poderoso, por amor te vine a buscar, te he salvado, te cuido y siempre te protegeré.
Así será eternamente, te amo.
Amén