Que no desmayes, te mando una vez más. Mi amor es suficiente para sanarte, liberarte, quitar tu dolor y acabar con tu ansiedad.
Ahí donde estás cierra tus ojos y siente cómo la voz de tu Padre Celestial, tu Dios omnipotente, habla a tu corazón y acaricia tu alma con ternura. Todo nerviosismo se va, tu soledad y tu depresión se curan.
Tú vales para mí mucho y te envío mi palabra para levantarte, quiero ver en tu rostro una gran sonrisa, que tu ser se estremezca cuando al fin puedas sentir este abrazo de amor y cariño que te estoy dando.
Un abrazo tan maravilloso como nadie jamás te ha abrazado, quiero darte la seguridad de que día a día puedes venir ante mi trono celestial tan sólo con tu fe, con tu dolor.
Yo me acercaré a ti, me sentaré a tu lado y nuevamente como hoy, te abrazaré y consolaré tu corazón, sentirás cómo te amo.
Tu familia está en mis manos, yo los bendeciré de una manera poderosa. Aún en aquellos que ahora están en rebeldía, traeré un cambio gigantesco a sus vidas y los transformaré de una manera que no te imaginas.
Te sorprenderás grandemente, tus labios se llenarán de alabanza, podrás confirmar cómo yo cuido y prospero a los que me buscan y me aman.
Perdonaré sus ofensas, iré por delante de ustedes limpiando sus caminos y preparando bendiciones.
Por eso quiero que me escuches y que cada día me des un tiempo, de rodillas y en silencio, deseo escribir yo mismo en tu alma mis palabras y mis planes, para que no lo olvides, para que cuando llegue la noche te acuerdes de las cosas que te he dicho y sigas orando con fe.
No temas, ya no te preocupes. Toda tu vida está en mis manos, te daré felicidad, quitaré tus cargas.
No lo dudes. Dime que sí me crees. Amén.