Tranquilízate, no serás avergonzado, todo saldrá bien. Yo no abandono a los que amo, nadie podrá reírse en tu cara ni burlarse de ti, yo no lo permitiré. Los que pelean contra ti se están levantando en contra mía. No te preocupes, no está en riesgo tu vida, pero se prudente y no respondas a tus enemigos de la manera como ellos están esperando, con sus artimañas te están provocando para hacerte caer. Si te amenazan, ora, si te gritan, ora, si se ponen de acuerdo con otros para hacerte daño, ven y arrodíllate ante mí que tu oración de fe puede mucho. Si vas a tomar una decisión consúltala conmigo, si sientes temor por tu futuro recuerda que yo tengo en mis manos tu destino, a ti y a tu familia para siempre cuidaré, nadie podrá tocarlos.
Esfuérzate y se valiente y cuando te mires acorralado, no te dejes convencer por el temor que sientes, no te dejes dominar por tus sentimientos, muchas emociones te mienten. Te lo he dicho muchas veces, eres muy valioso para mí, pero quiero que en los momentos más duros de tus luchas siempre lo recuerdes.
Para mi eres muy importante, más valioso eres que millones de diamantes, no hay nada en el mundo material que se pueda comparar al valor que para mí tú tienes.
Créeme y acéptate a ti mismo por lo que eres, mi hijo amado, redimido, limpio, lavado en mi sangre, transformado.
Y aunque el enemigo ha regresado a atacarte con dardos de fuego del pasado, todos tus errores y pecados ya no existen, no me acuerdo de ellos y nadie tiene derecho a venir a acusarte, sea quien sea, aunque confiaste en ellos y les tengas respeto, nadie en este mundo tiene el privilegio de acusarte de lo que yo ya perdoné.
Recibe mi palabra, dobla tus rodillas, persevera en creer, no te desanimes, no estás solo.
Yo sé que me amas, yo sé que me crees.
Amén.