Si tienes un niño MOTIVALO a vivir, a amar a Dios, a sus padres, sus hermanos, abuelos, a toda su familia. A respetar a sus compañeros de escuela, a sus maestros. Muéstrale como tus buenas decisiones afectan positivamente su vida familiar, y como tu hijo, hija, hijos, pueden aprender a tomar buenas decisiones.
Esto es vital para que aprendan a tener equilibrio emocional, a estar centrados y enfocados en cosas positivas que si pueden hacer. No permitas que tus emociones negativas te desvíen de tu misión de ser madre o padre.
Nuestros hijos deberían ser prioritarios, aun cuando hay conflictos y desacuerdos en los matrimonios. Pero, cónyuges inmaduros no se imaginan el grave daño que causan a sus pequeños hijos, cuando estos los ven gritando, peleando, hablándose con desprecio o incluso golpeándose. Si tu hijo te oye hablar mal de tu cónyuge, se le quedará grabado en su mente, y tú para ese niño o niña no serás una persona digna de confianza. Siempre tendrá esa incertidumbre, si tu pensarás de él o ella así como piensas de tu cónyuge.
Los niños no son tontos. Ellos entienden y aprenden mejor y más rápido de lo que los adultos pensamos. Estarías sorprendido de saber cuánto tus hijos saben y guardan en su corazón. Si crees que es fácil engañar a un niño, estas equivocado. Dios los ha dotado con un instinto natural que los hace sentir el mal o el peligro, y ellos entienden cuando algo no está bien o no es bueno.
Y si no lo hablan inmediatamente, de cualquier manera les queda una marca en su corazón. A veces, esa marca puede ser borrada, pero muchas veces no. Se necesitaría de la ayuda de Dios, pero no seas tu padre o madre, responsable de esas marcas en tus hijos.
Ellos te miran como un héroe, ellos te aman, no hagas nada que cause que esa imagen se borre, y en su lugar solo quede un burdo dibujo descolorido de lo que ellos creían que es o era su padre o su madre.
Si no estás de acuerdo, no hay problema. Aquí no se trata de ver quien tiene la razón. Se trata de dar prioridad a un crecimiento sano tanto físico, mental y espiritual de nuestros niños. El tiempo traerá los frutos de lo que hemos sembrado en nuestros hijos, y esperemos que la cosecha sea de una vida feliz y fructífera.
Hermes Alberto Carvajal
¡Bendiciones!