Yo nunca llego tarde,
siempre llegó a tiempo,
cuando realmente me necesitas,
en el mejor momento.
Es dura la espera y el ponerte tanto a pensar en lo que podría pasar, te está desgarrando por dentro,
por eso quiero que me entregues ahora mismo todo ese peso que cargas sobre tus espaldas con tanto dolor.
Vivir angustiado por el futuro,
no es la vida que para ti yo tengo.
No puedes tampoco bajar tu mirada ni distraerte en tus preocupaciones y pensamientos.
He dicho que haré el milagro que me pides,
que te abriré las puertas,
que siempre estoy contigo y yo no miento.
Míos son los días, soy el creador de las noches,
te miro que a veces no puedes dormir,
dándole vueltas en tu mente a tantas cosas que yo ya tengo en mis manos.
Cuando venga la angustia,
resiste, cuando te grite la ansiedad,
háblale y dile en voz alta que no hay temor en tu corazón porque has decidido confiar en tu mejor amigo,
en tu Dios y tu Señor.
Lo mirarás con tus propios ojos,
como los temores huyen y no regresan a ti,
como tu corazón es libre de tanto miedo y podrás al fin disfrutar mi paz,
vivir tu vida en plenitud y ser feliz.
Te estoy prometiendo que en medio de las luchas,
te recordaré con mi voz serena,
que mi mano está sobre tu hombro y que ante todo ataque te daré las fuerzas que necesitas para resistir.
Dime que me estás creyendo,
obedéceme entonces si te he convencido de que volverás a mi palabra,
te llenarás de mis promesas
y creerás en mí en esos momentos difíciles que encontrarás en tu camino.
No has luchado tanto para darte ahora por vencido, tienes que seguir adelante.
Te estoy hablando hoy para que te llenes de fe, valor y fortaleza, para que aprendas a esperarme.
Aunque parezca que tu ser desfallece de tanto esperar, tu sigue en calma,
a tu corazón le puedes hablar diciéndole que no hay nada que temer,
el control de tu vida, tus sueños, tu destino,
está en las manos de tu Dios,
de tu Padre que te ama.
Y tu lo sabes,
todos los días te hago llegar mi mensaje.
Los vientos de la vida quieren hacer que olvides esos momentos en que tanto te ayudé,
pero yo le ordeno ahora mismo a los vientos y a las tormentas que paren.
Y cada vez que sientas mi paz, no lo olvides,
Yo te amo. Nunca te fallé, nunca llegaré tarde.