Muchas personas se preguntan en medio de tanto dolor y desesperación cuando un amigo o ser querido está muy enfermo, si Jesús aún puede sanar como cuando estaba en la tierra. ¿No debería bastar con nuestra fe? ¿Por qué, aunque pidas con fe, la persona no sana?
Amigo, amiga, la respuesta es afirmativa. Jesús sigue sanando, no tenemos ninguna duda de que Dios interviene en algunas ocasiones para curar a la gente sin la ayuda de la medicina, porque ÉL no la necesita para sanarte. Tomamos la medicina porque no podemos rechazar el tratamiento médico, la Biblia no dice que lo rechacemos, debemos ver los medicamentos como un regalo de su mano. Él puede sanar. ¿Recuerdas su nombre en el Antiguo Testamento? Ese nombre maravilloso, Yahweh Rapecca, el Señor que sana, Dios sana por Su persona. «Yo, el Señor, soy tu sanador», dijo a los israelitas.
Un dato interesante es que Lucas, quien era doctor, escribió Lucas y Hechos, dos Libros importantes en el Nuevo Testamento. El apóstol Pablo lo llamó en Colosenses 4:14, «nuestro querido amigo Lucas, el médico». A través de sus viajes, Lucas presenció una serie de milagros, y él se dio cuenta que estos provenían de la mano de Dios. Sin embargo, Lucas jamás rechazó el uso de sus habilidades médicas porque sabía que podría usarlas como un instrumento que Dios le había dado para sanar. Debemos orar cuando alguien está enfermo y pedirle a Dios que lo sane, si es Su voluntad.
Nuestras vidas están en sus manos, incluso cuando usa la medicina para curar a una persona. «Dios, nuestro Dios ha de salvarnos, Y de Jehová el Señor es el librar de la muerte» (Salmo 68:20).
Yo creo que Dios sana, pero también creo que la sanación no es siempre el único camino que Él escoge para nosotros. A veces Su plan perfecto para nuestras vidas es permitirnos sufrir y experimentar enfermedades, dolencias y privaciones. La razón de esto es que Él puede enseñarnos cosas a través del sufrimiento que nunca podríamos aprender en el servicio de una iglesia o través de un libro o seminario, o a través del consuelo y la prosperidad.
Comienza hoy mismo por hacer un compromiso personal con Jesucristo para que se haga Su voluntad en tu vida. Esta es la única manera de fortalecer tu fe y hacer que esta crezca cada día. Jesús sana.