Soy tu Dios, tu proveedor, nunca te abandonaré ni te dejaré a la deriva. Deposita toda tu confianza en mí, descansa en todas mis promesas, mi ayuda está disponible siempre, en las buenas y en las malas, en tus luchas, en tus pruebas, no te dejaré desamparado, siempre voy a proveer para ti y para tu familia.
Quiero darte lo mejor, mi palabra te lo afirma, deseo alimentarte con el pan divino, con lo mejor del trigo, con miel que nace de mi poder sobrenatural. Mi unción y mi bendición cubren todas tus carencias, te sanan de toda enfermedad.
Desde que estabas en el vientre de tu madre fijé mis ojos en ti, te di la vida, un propósito, quedó muy claro desde tu nacimiento, que te quiero bendecir. Tú serás el instrumento que usaré grandemente, en mis manos te moldearé para que seas de edificación y bendición para mucha gente. Quiero que de ánimo y mucho gozo se llenen hoy tu alma, tu mente, que en tu corazón se avive ese fuego por servirme, por trabajar arduamente para continuar todos esos sueños que habías olvidado ya.
Estoy preparando cada situación, para que vivas, aprendas, crezcas, para que te llenes de sabiduría y te fortalezcas. Te voy a mandar algo importante y quiero que me obedezcas: No quiero que te menosprecies, no te juzgues a ti mismo, no obstruyas tu futuro con castigos.
Quiero revelarte en estos días cuán valioso realmente eres para mí. Yo quiero que vivas y continúes luchando por lo que más amas. No importa tu edad, ni tus circunstancias. Mio es el poder, mía es la gloria, yo quiero derramar en ti mi Espíritu de amor, de triunfo y de victoria.
Piensa en estas palabras que estás guardando en tu corazón cuando te sientas débil, cuando enfrentes obstáculos difíciles y sientas desfallecer, tu mente tiene que recordar siempre que yo te quiero animar y fortalecer, quiero levantarte en alto donde los dolores y pesares de este mundo nunca puedan alcanzarte.
Anímate, te lo repito, tienes que levantarte, yo te lo estoy mandando, siente en tu pecho el fuego de mi Espíritu Santo. Amén.