Si por alguna razón o situación en tu vida hoy te sientes débil, deseo este día enviarte esta palabra de ánimo a tu vida, y recordarte que el poder de Dios vive en ti.
¿Te han insultado últimamente? ¿Estás padeciendo algún tipo de necesidad emocional, física, material? ¿Has sido perseguido, difamado? ¿Por alguna razón te sientes angustiado?
Tengo que decirte algo: “En cualquier momento, vas a ver con tus propios ojos, manifestado El Poder de Dios: En tu vida, en la de los tuyos, en tu trabajo, en tus finanzas”.
Sólo recuerda, que DIOS obra con SU poder, y a veces de una manera tan grande y tan suprema, “mucho más allá de lo que podemos entender”.
Pero, por lo pronto, en medio de tu debilidad o tu necesidad, debes sentirte seguro que la presencia del Dios todopoderoso habita dentro de ti. Tú caminas, hablas, sonríes, obras con el convencimiento de que tú eres portador de su unción y poder a donde quiera que vayas.
Aunque a veces momentáneamente no lo veas o no lo sientas, TÚ eres hijo, hija de Dios, y recuerda que su poder se manifiesta en el corazón humilde y en la debilidad.
El Apóstol Pablo le rogó a Jesús que le quitara una aflicción personal que azotaba su vida, y una carga que aparentemente era para él una limitación. Jesús le dio esta respuesta, la que luego el Apóstol Pablo escribió:
2 Corintios 12:9-10, “Y me ha dicho (Jesús): «Bástate mi gracia, porque mi poder se perfecciona en la debilidad».”
“…Por tanto, de buena gana (dice El Apóstol después de escuchar esa palabra directamente de Jesús), me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo. Por lo cual, por amor a Cristo me gozo en las debilidades (o limitaciones), en insultos, en necesidades, en persecuciones, en angustias; porque cuando soy débil, entonces soy fuerte…»
En otras palabras, si hoy te sientes débil, triste o angustiado, una vez más levanta tu rostro con firmeza y echa mano del gozo de Jesús en medio de tu tribulación que escrito está que en el punto más bajo de tu vida, es cuando el poder de Dios se manifiesta de la manera más grande y maravillosa.
Espéralo, es seguro. Dios nunca falla. Tú sigues siendo su hijo amado.
Escrito por Hermes Alberto Carvajal