Guía práctica para padres de adolescentes – Respete a su hijo

 

Guía práctica para padres de adolescentes – Respete a su hijo

Respete a su hijo

Respete los sentimientos de su hijo

Es absolutamente normal estar en desacuerdo con su hijo adolescente. De hecho, la mayoría de las veces lo estará. Pero llegado el momento de hacérselo saber,  tenga en cuenta que debe hacerlo de manera respetuosa, no ofensivamente. Usted, como padre, no puede perder jamás la compostura.

No crea que los sentimientos u opiniones de su hijo son ridículos o sin sentido. Solo son diferentes. Puede que usted no siempre sea capaz de ayudar cuando su hijo está triste o preocupado respecto a cualquier inconveniente, pero es importante decirle cosas tales como: “me gustaría entender para poder ayudarte” o “ayúdame a entender”.

Cuando se genere un conflicto familiar, no le presente batalla por cualquier cosa, solo cuando usted esté seguro de que podrá ganarla. No es necesario “quemarse” cuando no vale la pena. Así como tampoco es conveniente responderle: “porque sí”, o “porque soy tu padre”, ni “mientras estés en esta casa…”. Simplemente razone la orden que le haya impuesto, aunque él no lo acepte y manténgase firme, sin alterarse.

Si su hijo ha llegado al punto de mentirle y lo ha descubierto, intente no ponerle demasiadas etiquetas acusándolo con un “eres un mentiroso”, sino que puede expresarle lo mismo en una forma menos severa: “Has dicho una mentira”. Pero siempre manteniéndose firme, pues la autoridad es usted.

Confía de todo corazón en el Señor y no en tu propia inteligencia. Ten presente al Señor en todo lo que hagas, y él te llevará por el camino recto.  Proverbios 3:5-6

Cumpla lo que promete, sea coherente

Si es preciso aplicar un correctivo ante un mal comportamiento, recuerde no amenazarlo con castigos que no podrá cumplir o que directamente no cumplirá y son cuestiones del momento. ¿Recuerda cuando las penitencias de un mes duraban un mes y no unos días?

Las reglas son necesarias, por lo tanto defínalas y respételas usted también. No tema ser un poco “impopular”  por unos días.

A la vez, sea coherente y procure que la falta y el castigo tengan una relación proporcional. Sobre todo, no castigue cuando está enfadado, es decir, en el momento de descubrir la travesura. A la vez, no lo humille con insultos ni llegue a aplicar castigos corporales, pues además de ser un atropello, recuerde que puede salir mal parado.

Su vocabulario cuando lo reprende  debe ser directo, sin irse por las ramas y sin resultar irónico. El cinismo no corre a la hora de reprender a un adolescente.

Si se ha equivocado, acéptelo y pida disculpas. Eso le agradará a su hijo, ante quien también puede practicar frases tales como: “A lo mejor tienes razón”, “acepto mi error”, “lo que dices es cierto”. Por supuesto, úselas cuando la situación le permita renunciar a elementos no muy importantes.

Algo muy importante es mantener la coherencia entre los actos y las palabras, no perder la calma ni gritar. La compostura del progenitor es fundamental. El hijo puede perder el control y gritar. El padre, no.

 Sobre todo, hermanos míos, no juren: ni por el cielo, ni por la tierra, ni por ninguna otra cosa. Cuando digan «sí», que sea sí; y cuando digan «no», que sea no, para que Dios no los condene.  Santiago 5:12

Mantenga su autoridad pero no pierda la ternura

Como ya dijimos, los padres pueden ser amigos, pero primero son padres. Los cambios que a lo largo del tiempo ha experimentado la estructura familiar tradicional han significado también un cambio en las conductas, tanto de los adolescentes como de los adultos.

La brecha generacional entre padres e hijos se ha visto acortada, y esto no ha pasado desapercibido en las relaciones interpersonales y familiares. Para los adolescentes ya no aparece tan marcada la imagen diferente y superior de su madre o de su padre, y por lo tanto, su autoridad.

Si bien el progenitor puede ser “compinche” de sus hijos en infinidad de actividades, a la hora de marcar los límites, la firmeza con ternura debe superar a la arbitrariedad o la permisividad. Sea firme pero suave al reprender, inflexible pero adorable al negar, claro y cariñoso al enseñar.

Por otra parte, en la actualidad son más frecuentes las dudas e inseguridad entre los padres llegado el tiempo de educar a sus hijos adolescentes, y eso los jóvenes lo notan, llegando incluso a absorber esa misma inseguridad parental.

En una época en que no se frecuente compartir la mesa con los padres, conversar sobre algo en común, o sobre cualquier tema, por el solo hecho de conversar o compartir tiempo en familia. Ahora las habitaciones están casi siempre cerradas, y sabido es que si no se dialoga en la casa, se busca el diálogo en las calles o en otros ámbitos, con los consiguientes riesgos que ello implica. Por lo tanto, busque el diálogo, manteniendo su posición de padre, pero inundando de amor sus palabras.

No rechaces, hijo mío, la corrección del Señor, ni te disgustes por sus reprensiones; porque el Señor corrige a quien él ama, como un padre corrige a su hijo favorito.  Proverbios 3:11-12

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