¿Qué es la oración para ti? ¿Una imposición divina? ¿Algo que haces por obligación y que cada día es más bien una carga pesada en tu vida cómo creyente?
La oración surge más bien de nuestra necesidad de conectarnos con Dios para obtener la fuerza para enfrentar la batalla de la vida.
Jesús sabía que necesitábamos orar. En los largos años ante el Hijo del Hombre, no debemos desanimarnos, sino buscar la fuerza de la oración
La oración eficaz
La principal y fundamental virtud por la que la oración es eficaz es la fe. La fe en Dios nos sostiene, nos da paz. Creer profundamente que Dios es nuestro Padre y de que podemos acudir a Él cada vez que nos sentimos débiles, sin esperanza. Acude a nuestro Dios en busca de fortaleza y guía, ya que es una fuente infinita y constante de consuelo.
Así es que te invito a orar sin cesar. Yo sé que lo haces y es algo maravilloso. Sobre todo, en esta época, en la que el hábito de la oración ha desaparecido de la vida de muchos. Es un acto maravilloso e importante pedirle al Señor una sabiduría mayor que nosotros mismos, ganar fuerza para hacer lo que debemos, recibir consuelo y expresar gratitud.
El poder de la oración en el lugar de trabajo y en tu vida diaria
¿Alguna vez ha querido orar antes del trabajo o hacer algunas oraciones breves todos los días?
Obviamente, queremos ser grandes, queremos combinar nuestro trabajo con nuestras creencias, pues sabemos que cuando obramos conforme a su Palabra, y hacemos lo posible por vivir vidas agradables para nuestro Señor, sabemos que todo lo que nos ocurre, obra para bien. Por eso nos encomendamos cada día a Dios.
Por otro lado, Jesús mismo nos pidió que oráramos sin cesar. No un ratito, algo muy rápido y de vez en cuando. La oración es nuestra mejor arma para luchar contra el mal que nos ataca sin tregua cada día.
Nuestro salvador nos les enseñó a orar a Sus discípulos. Inició diciendo: “Padre nuestro que estás en los cielos”. Luego enalteció a nuestro Padre Celestial y después nos enseñó que pidiéramos que nos librara de todo mal, le pidió ayuda. Terminó con un “amén”, lo que significa que “así sea”.
Es algo maravilloso. Nuestro buen Jesús instruyó entonces a sus discípulos a orar al Padre en su nombre, prometiéndoles que nuestro Padre Celestial respondería a sus oraciones.
Cualquier cosa que ustedes pidan en mi nombre, yo la haré; así será glorificado el Padre en el Hijo. Lo que pidan en mi nombre, yo lo haré.
Juan 14:13-14
Conclusión
Sabemos que mil y una veces hemos oído a Jesús decirnos, preguntarnos, qué le hace falta, que somos la sal del mundo y la luz del mundo. Pero ¡Señor!
La santificación del trabajo y todo lo que hagas es una semilla viva capaz de dar frutos santos en el alma de innumerables personas: para la mayoría, ser santo significa santificar el propio trabajo, santificar el propio trabajo y santificar a los demás por amor a Él.
Espero que todos podamos confiar y esperar en Él en todo tiempo. Ahora ve y derrama tu corazón delante de Él, es tu amparo.
Confía siempre en él, pueblo mío; ábrele tu corazón cuando estés ante él. ¡Dios es nuestro refugio! (Salmos 62:8)