¿Por qué Tomamos Malas Decisiones?

¿Por qué Tomamos Malas Decisiones

Se dice que los que aceptan un consejo son sabios, y los que no lo hacen, pasan mucho trabajo y corren el riesgo de seguir cometiendo errores por siempre.

El que se lleva de consejo, muere de viejo.

Este proverbio describe con tanta precisión la diferencia entre los viejos y los jóvenes. Cuanto más envejecemos, más nos damos cuenta de lo mucho que echamos de menos nuestros días de juventud, cuando la vida era más sencilla y el optimismo era infinito.

No obstante, la edad no te exime de cometer errores. Pero ¿por qué tiene que ser así? ¿Por qué aun cuando somos mayores seguimos tomando malas decisiones?

¿Por qué tomamos malas decisiones?

Tomamos malas decisiones simplemente porque somos humanos. También tomamos malas decisiones porque la mayoría de nuestras decisiones más terribles se toman porque son cómodas y automáticas.

Es decir, nuestras emociones nos llevan por mal camino. Nuestra comprensión del tiempo está sesgada hacia el presente.

Así es, tomar malas decisiones es además un mal hábito que acabamos por contagiar a los demás. Las malas decisiones tienen la capacidad de formar tendencias, algo que se puede asumir como una conducta cultural. Como tal, estas decisiones pueden ser causantes de impactos importantes en nuestra vida. Para evitar este problema, es recomendable que tomemos conciencia de ello y nos demos cuenta de lo que estamos haciendo.

Es decir, queremos decidir lo que queremos para nuestro futuro y, aunque las circunstancias son diferentes en cada caso, podemos encontrar elementos recurrentes que nos ayuden a tomar decisiones más acertadas. Por ejemplo:

Una de las formas más obvias es mirar las historias de otras personas en la Biblia y ver cómo terminaron. ¿Es posible que podamos seguir el mismo camino?

No podemos decidir por las circunstancias, nuestras decisiones deben venir del corazón de Dios

¿Cuántas veces te ha pasado que has tomado una decisión precipitada, ya sea una decisión de salud hecha con mucha prisa y de la cual luego nos arrepentimos por no consultar otros especialistas? ¿Cuántas veces hemos tomado algún préstamo sin consultarlo con Dios y nos ha salido mal? A veces hemos incluso tomado la decisión de dejarlo todo y comenzar una nueva vida en otro lugar, pero sin consultar con Dios primero.

Confiamos siempre en que las cosas nos saldrán bien por nuestra propia fuerza. Eso es exactamente lo que le sucedió en la vida de algunos personajes de la Biblia que sucumbieron ante las circunstancias.

El esposo de Nohemí tomó una mala decisión

Aunque la historia de Nohemí, por ejemplo, es una de las más edificantes, recordemos que su esposo decidió que era necesario trasladar a su familia a una tierra que no conocía a nuestro Señor. En Moab no eran creyentes y, por desgracia, el cabeza de la familia decidió mudarse, emprender un viaje hacia allá (VER Rut 1.1).

En la Biblia no hay evidencias de que la pareja hubiese consultado a Dios antes de dar este paso.

En resumen, tomamos malas decisiones porque permitimos que las circunstancias nos influyan.

Otro ejemplo de una mala decisión en la Biblia

Recordemos otra historia muy popular en la Biblia, la del ejército filisteo que se estaba preparando para atacar al ejército israelita una vez más. Miles y miles de hombres armados y sedientos de sangre estaban corriendo para destruir el ejército del Dios vivo, pero había una promesa: probablemente esperarían a que el profeta viniera y ofreciera el holocausto a Dios, asegurando la victoria.

Pero ¿qué sucedió realmente? Los soldados quedaron abatidos y aterrorizados, pero en lugar de mantenerse firme, el rey Saúl decide ofrecer él mismo el sacrificio, a pesar de que estaba estrictamente prohibido.

Su error fue no esperar y querer complacer a los soldados. Como resultado, Dios lo rechazó para siempre como rey (VER 1 Samuel 13.11-13).

 

Conclusión

Siempre debemos buscar agradar a Dios antes que a los hombres. No podemos tomar decisiones basadas en nuestras emociones porque corremos un gran riesgo de fracasar.

Tampoco podemos tomar decisiones sin antes consultarlas con Dios y esperar su respuesta.

Así es, por mejor intención que tengamos, tenemos que esperar en el Señor. Él conoce nuestro presente, nuestro pasado y nuestro futuro, no hay mejor guía que Él.

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