La palabra «perfecto» viene del latín «perfec-tum». La perfección suele considerarse un atributo positivo. Después de todo, ¿quién podría discutir la idea de que algo que es perfecto debe ser bueno? Sin embargo, la perfección también tiene algunas connotaciones negativas.
Por otro lado, ¿qué significa ser perfecto? Significa que no se puede añadir o quitar nada a algo, pues está muy adecuado para un determinado fin. Es decir, tiene todas las cualidades requeridas o deseadas.
En otras palabras, una vez que algo está perfecto, no puede volverse más perfecto de ninguna manera. Esto también significa que la perfección no es un proceso progresivo: una vez que se es perfecto, no se puede ser más; en todo caso, solo se puede estropear o hacer menos adecuado para lo que se requiere.
Un perfeccionista, que puede parecer que tiene un punto fuerte, suele ser un lastre porque con frecuencia piensa: «Si no sale perfecto, mejor no lo hago», por lo que no intenta nada, perdiendo innumerables oportunidades de éxito.
¿Es la perfección una virtud o un defecto?
Hay un famoso dicho que reza: «Nada es perfecto». Esto es realmente cierto porque nada en este mundo puede ser perfecto. Esto se debe a que la perfección es un estado, un objetivo final que nunca se puede alcanzar.
Así es, todo tiene sus defectos. Esto significa que aunque algo fuera 99% perfecto, sigue sin serlo. Nunca se puede ser perfecto. Nadie es perfecto, y esta es la verdad con la que puedes contar. No existe la perfección en este mundo. Es algo que inventamos los humanos. No es real.
¿Por qué? Pues porque hemos estado buscando algo que nunca se puede encontrar. Hemos estado desperdiciando nuestras vidas en un esfuerzo por obtener algo que no existe. La perfección es un concepto ilusorio que se inventó para darnos una idea de cómo debemos hacer las cosas. Así es que ya es de tu conocimiento: la perfección es una meta inalcanzable, y esto la convierte en una ilusión.
Muchos tenemos una falsa idea de perfección
Mucha gente cree que ser perfecto es siempre algo bueno. Pero esto es falso. Además, en el hipotético caso de que, te esfuerzas por ser perfecto y llegas a ese estado, dejarías de mejorar tus habilidades y capacidades. Tampoco te esforzarías tanto como deberías en hacer cosas nuevas porque pensarías que ya eres lo suficientemente bueno.
Además, si llegaras a ser perfecto, no estarías abierto a nuevas ideas, ni siquiera a nuevas personas o culturas. No estarías interesado en nuevas experiencias o aventuras. Así es, si llegaras a ser perfecto, te contentarías con ser «el mejor» en lo que haces, pero no serías verdaderamente feliz. Estarías atrapado en una rutina que no es saludable ni para tu mente ni para tu cuerpo.
Es más, no serías capaz de cambiar o adaptarte a nuevas situaciones, y esto te perjudicaría a largo plazo. Si no eres lo suficientemente bueno y sigues mejorando, podrás hacer lo que siempre has querido hacer. Podrás probar cosas nuevas y asumir nuevos riesgos. Serías más feliz porque podrías hacer lo que te interesa y te hace sentirte realizado.
¿Dios quiere que seamos perfectos?
En Levítico 19:2, Dios ordena a los israelitas que sean santos porque Él es santo. Según Jesús, una lectura superficial del Levítico puede hacernos creer que el Señor nos exige una vida sin pecado, pero no es así. De hecho, la Biblia revela que todos somos pecadores y nacemos con una naturaleza caída que nos separa de Dios.
Según algunos estudiosos, Mateo 5:43-47 constituye la conclusión en que debemos esforzarnos por alcanzar la perfección en el amor al prójimo.
Otros, en cambio, sostienen que la definición de la palabra «perfecto» es más amplia y, por tanto, ‘perfecto’ debe interpretarse a la luz de Mateo 5:17-47, donde ‘Jesús indica que la ley no apunta a simples restricciones o concesiones judiciales resultantes de la obstinación humana, ni siquiera a la ley del amor. Más bien, la ley indica la totalidad de Dios, tal como la interpreta una autoridad. Por lo tanto, los discípulos de Jesús deben imitar la perfección si quieren ser «cumplidores de la ley y de los profetas».
Conclusión
En lugar de ser un simple código de ética y moral para los creyentes, la llamada de Jesús a la perfección es una llamada a una vida que no está basada solamente en el cumplimiento a cabalidad de la ley de Dios. Más bien Jesús habla de que tengamos una vida inspirada en el carácter de Dios y en las cualidades que encontramos en su hijo, nuestro salvador (Romanos 10:4).