“Deléitate asimismo en Dios, Y él te concederá las peticiones de tu corazón”, Salmo 37:4.
Nada más contundente que esta afirmación del salmista que nos recuerda que el gozo es primordial para todo cristiano y para que nuestra relación con el Buen Dios fluya positivamente.
Aquí te sugerimos lo que debes tener en tu mente cuando reflexiones acerca del gozo y tu deleite en Dios.
El mandamiento no es que tengamos gozo, sino que tengamos gozo o deleite en Dios.
¿Cómo nos deleitamos en nuestro Señor? Deleitarnos en el amor de nuestro Salvador es una decisión. Podemos tener conocimiento de la majestuosidad de nuestro Dios y aun asi no deleitarnos en Él. Este gozo no solo comprende que Dios es bello,es amor, es gracia, es poder, es promesas y todo lo que se ha revelado a sí mismo para nosotros en Jesús. Más bien, recibe por medio de Cristo el gozo y disfrute de nuestro Señor.
No somos hijos de Dios solo cuando oramos o ante las adversidades, Él nos ha dado la felicidad eterna, cada segundo de nuestra vida tiene Su paz, Su amor, Su Espíritu. No confundamos el gozo y el disfrute de la vida en Cristo con el disfrute de bienes o el disfrute de logros. Dios quiere que goces lo que te regala cada día, pero que lo goces en tu Señor, agradece al Padre porque ha sido misericordioso contigo y te ha bendecido con los pequeños deseos de tu corazón, en los que el Todopoderoso se glorifica y te recuerda que Él es tu Padre.
No usamos a Dios como un medio para alcanzar el gozo. Dios no puede ser un comodín o una herramienta para que nosotros encontremos tesoros terrenales.
Tenemos que ser conscientes de que el tesoro es Dios, Su amor, Su voluntad, y Sus bendiciones ya que alegrarnos en Él es la meta.
Hay en tu alma un hambre insaciable de felicidad.
Dios ha programado en tu alma un anhelo, una pasión implacable por el placer de vivir. Sí, ¡Dios lo hizo!
El impulso de buscar soluciones, de trabajar por vivir en alegría y de buscar el mayor gozo posible de nuestra vida viene de nuestro Buen y Glorioso Dios. Porque no debes olvidar que Dios nos creó a Su imagen y semejanza y por eso buscamos el placer que de Él emana.
Se nos ordena buscar nuestro gozo en Dios
Buscar nuestro gozo y deleite en Dios es una obligación moral vinculante para todos. No podemos negarnos: el deleite es un deber.
“Les he dicho esto para que tengan mi alegría y así su alegría sea completa”, Juan 15:11.
El deleite o la alegría es también un sentimiento, una emoción, un afecto, una experiencia profunda que finalmente no está bajo nuestro control
Un acto de voluntad nunca será suficiente para que nazca ese gozo y emoción que sentimos cuando nos deleitamos en Dios. Es nuestro Glorioso y Omnipresente Dios quien despierta y evoca esos afectos en nuestras almas. Para ello, utiliza una variedad de medios: las Escrituras, la creación, los sacramentos, la obediencia, la oración, la adoración, la meditación y muchas otras fuentes donde encontrar el gozo en Dios. Nuestra responsabilidad, como dijo Jonathan Edwards, es “ponernos en el camino de la atracción”. La responsabilidad de Dios es llamarnos a su infinito Amor.