Si hay algo que nos cuesta en la vida es cumplir reglas. En la vida desempeñamos roles que ameritan establecer órdenes, bien sea en el trabajo o en nuestros hogares y lo que esperamos es que estas sean acatadas por quienes están bajo nuestro mando. Pero si somos nosotros quienes debemos seguir órdenes, se nos hace cuesta arriba, pero sabías que ¡La obediencia tiene su recompensa!
Las personas que están bajo nuestras condiciones, también esperan recibir algo por adoptar una conducta sumisa ante nuestras disposiciones. Sin embargo, hay quienes piensan que, por tomar esta aptitud, están siendo esclavos conscientes de alguien o de algo, pero déjame decirte, que hacer caso a las normas, puede llevarte a alcanzar lo que más has anhelado.
Cuando somos obedientes en la vida se abren puertas de bendición, atraemos beneficios, nos sentimos más felices y sin tantas complicaciones. Por eso, te invito a que sigas leyendo y descubras las grandes promesas que Dios tiene para ti, si tomas la decisión, de guardar sus mandamientos, pues la obediencia tiene su recompensa.
¡No es de hombres, es de Dios!
Nuestro mayor galardón es alcanzar la vida eterna y hasta ahora, una de las exigencias que nos dejó nuestro Señor es cumplir su palabra “Le contesto Jesús: El que me ama obedecerá mi palabra y mi padre lo amará y haremos nuestra morada en él” (Juan 14:23), y que mejor ganancia que habitar en el reino de los cielos.
A veces esperamos que todo lo bueno que hacemos sea reconocido por los hombres, bien sea en el trabajo o en casa, pero déjame decirte, que más que querer agradar a los ojos humanos, debemos poner nuestra vista en el que da a manos llenas.
Hay un dicho que dice que “el ser humano ama sin medidas”, más sabemos que no es cierto, en la tierra todo tiene un límite, hasta la propia vida cuando llega la muerte. Sin embargo, siempre hay una esperanza en Dios, si permites que él dirija tus pasos y vivas conforme a su voluntad podrás disfrutar de todas las grandezas que tiene para ti.
¡Eres libre de Elegir!
Así como lo estás leyendo, nadie te puede obligar a hacer lo que no quieres, está en ti tomar la decisión de escoger lo que es mejor para tu vida, pues Dios nos ha dado libre albedrío. Recuerda que si obras en rectitud, tus bendiciones serán infinitas y el altísimo se encargará, de ensanchar tus caminos.
En libro de los Hechos, se puede constatar que Dios enalteció, el nombre de Jesús, por cuanto este le obedeció. “A este, Dios ha exaltado con su diestra por Príncipe y Salvador, para dar a Israel arrepentimiento y perdón de pecados”, Hechos (5:31). Así también a nosotros, prometiéndonos elevarnos a niveles más grandes, por cuanto lo demostró con su sangre derramada en el madero.
Por eso, no te aflijas si en tu hogar o donde ejerces algún oficio, no valoran tu esfuerzo, más bien, sigue haciendo las cosas como se deben y deja que sea el Padre quien te dé la victoria.
¡Después de Dios, el hombre!
Las santas Escrituras demandan poner en primer lugar a Dios, pero también declaran que, para honrar al que está en los cielos, debemos respetar las leyes terrenales, que es lugar en el que habitamos.
Cuando ponemos en práctica la jerarquía del orden dado a los seres humanos, obtenemos ganancia, tal vez no las vemos en el momento que queremos, pero Dios hace como a él le place. Con esto quiero decirte, que sin mirar lo que haga tu semejante, empieza por ti.
Si eres hijo, respeta a tus padres, si eres empleado, a tu jefe; si ejerces alguna función de ley, dentro de la sociedad, encárgate de hacer justicia. Recuerda fueron muchos los milagros hicieron Jesús a los que le obedecieron. Algunos pudieron ver al momento, el premio por su subordinación, otros recibieron la gracia postrera, pero ninguno quedo falto de la promesa de Dios.
Es por eso que hoy te digo, aunque no quieras sigue las normas, es eso lo que favorecerá tu vida, recuerda la historia de Naaman, el general sirio que, aunque con enojo acató el mandato del siervo de Dios, recibió sanidad. Entonces, Eliseo le envió un mensajero diciendo: “Ve y lávate siete veces en el Jordán y tu carne se restaurará, y serás limpio”, (2 Reyes 5:10).
Recuerda que hay momentos, en que las circunstancias de la vida nos quieren hacer desviar del camino. No dejes que la rabia o simplemente la desmotivación, te hagan perder la bendición y defiende el orden establecido, pues tu vida no depende del hombre, sino de aquel que mantuvo la rectitud en todo momento y alcanzó la gloria, porque la obediencia tiene su recompensa.