La vida está llena de altibajos, pero a veces parece que a algunas personas les va peor que a otras. Para los que creemos en Dios, la pregunta que más nos preocupa es por qué Dios permite que algunas personas sufran más que otras. Esta cuestión ha sido objeto de debate durante siglos. Por ello, en este post, exploramos por qué algunos creyentes creen que sufren más que otros.
¿Por qué sufrimos? ¿Es Dios el responsable de nuestro dolor? ¿Le importa lo que nos pasa?
Estas son algunas de las preguntas que se hacen muchas personas, no solo creyentes. Especialmente cuando atraviesan situaciones difíciles o ven el sufrimiento de otros. La Biblia ofrece respuestas claras y consoladoras a estas cuestiones. Veamos lo que dice.
El primer aspecto que debemos entender es que Dios es amoroso y misericordioso. La Biblia nos asegura que Dios no es el causante de nuestros sufrimientos. Al contrario, él es el Creador de todo lo bueno y perfecto, y nos ama con un amor incondicional ( Santiago 1:17; 1 Juan 4:8 ). Él no nos envía los problemas, ni nos pone a prueba con cosas malas.
Sin embargo, si bien Dios no quiere que suframos, también quiere que crezcamos espiritualmente. En la Biblia, se mencionan varios casos en los que los personajes bíblicos pasaron por pruebas, como el caso de Job, quien perdió todo lo que tenía y sufrió física y emocionalmente. Sin embargo, al final, su fe en Dios se fortaleció y recibió el doble de lo que perdió.
Dios no desea que sus hijos sufran. No obstante, también nos dio el libre albedrío, lo que significa que podemos tomar decisiones, buenas o malas. A menudo, las decisiones que tomamos pueden conducir al sufrimiento. Por ejemplo, aquellos que eligen mal administrar los bienes que nos ha dado el Señor. Otros toman malas decisiones y terminan teniendo problemas con la justicia o utilizan drogas o abusan del alcohol. Esta elección puede hacer que sufran también las personas a su alrededor, como familiares y amigos.
Entonces, ¿qué o quién es el responsable de nuestro dolor?
En la Biblia se identifica tres causas principales: el pecado, Satanás y las circunstancias de la vida.
- El pecado. Todos hemos heredado el pecado de nuestros primeros padres, Adán y Eva, que desobedecieron a Dios y perdieron la perfección y la vida eterna. Como consecuencia, estamos sujetos a la enfermedad, el envejecimiento y la muerte ( Romanos 5:12; 6:23 ). Además, el pecado nos hace propensos a cometer errores y actuar de forma egoísta, lo que nos causa problemas a nosotros mismos y a los demás ( Eclesiastés 7:20; Santiago 1:14, 15 ).
- Satanás. La Biblia revela que existe un ser espiritual malvado, llamado Satanás el Diablo, que se opone a Dios y a sus propósitos. Él es el “gobernante de este mundo” y tiene bajo su poder a “el mundo entero” ( Juan 12:31; 1 Juan 5:19 ). Por eso, el mundo está lleno de violencia, injusticia, odio y sufrimiento. Satanás también intenta engañarnos y alejarnos de Dios con mentiras y tentaciones ( Génesis 3:1-5; Apocalipsis 12:9 ).
- Circunstancias de la vida. La Biblia reconoce que hay cosas malas que nos pasan por estar en el lugar y en el momento equivocados, sin que haya una razón o un propósito detrás. Estos son los “sucesos imprevistos” que pueden afectarnos a todos por igual ( Eclesiastés 9:11 ). Por ejemplo, podemos ser víctimas de un accidente, una catástrofe natural o un crimen.
Ahora bien, usted me dirá, ¿a caso Dios no vela por lo que me pase a mí como creyente? Sí, es verdad. Por esta razón Jesús nos enseña en su oración modelo que cada día debemos pedirle a nuestro Padre que nos libre del mal. Cada día debemos declarar que Jesús es nuestro centro, que le pertenecemos y que ponemos en sus manos nuestras vidas.
Dios no es indiferente a nuestro sufrimiento, sino que se preocupa por nosotros y nos ofrece consuelo en los momentos de dolor.
Por otro lado, la vida no es justa, pero Dios lo es. Las personas que sufren pueden ser un ejemplo para otros creyentes. A veces, Dios no quita la dificultad, sino que nos ayuda a sobrellevarla. La Biblia nos dice en Romanos 8:28 que todas las cosas obran para nuestro bien. Aunque no entendamos el propósito detrás del sufrimiento, debemos tener fe en que todo va a salir bien en el final.
Además, el sufrimiento humano también es el resultado del mal en el mundo. La maldad es consecuencia del pecado humano. La Biblia enseña que el pecado entró en el mundo a través de la primera pareja: Adán y Eva. Desde entonces, el mal ha afectado todas las áreas de nuestra vida, incluido nuestro cuerpo y nuestra mente. En última instancia, Jesús vino al mundo para liberarnos del pecado y la muerte, pero eso no significa que no tendremos dificultades en la vida.
Conclusión:
En última instancia, algunas personas sufren. O mejor dicho, miles de millones de personas sufren, pero aunque el sufrimiento puede resultar difícil de entender desde la perspectiva humana, la creencia en Dios ofrece algunas respuestas ante la pregunta de por qué algunas personas sufren más que otras. A través de la fe, podemos encontrar alguna consolación en que Dios ha prometido estar con nosotros en todo momento, especialmente en los momentos más difíciles y dolorosos.
Dios nos ha dado la eternidad en nuestra vida futura con Él, donde cesará todo sufrimiento y todo dolor. Hasta entonces, debemos fortalecer nuestra fe y confiar en Él sabiendo que Dios es amor y bondad y ambas cosas vendrán a nuestra vida prevaleciendo sobre el sufrimiento, si confiamos en Él con todo nuestro corazón.