Quizás necesites una señal o una prueba divina de que Dios te ha llamado o escogido para un propósito especial. A continuación, te daremos algunas claves para que tu corazón lo descubra…
¿Por qué dudas de tu llamado? | Reflexiones Dios Es Bueno
No debes temer, pues ya el Rey de reyes y Amo de señores te redimió; te puso un nombre. Por lo que no debes perder de vista tu llamado, tus metas, tu visión, tus sueños.
No creas que eres solo otro ser humano, no naciste por casualidad. Tú naciste con propósito. Sí, sí tienes un rumbo.
Te voy a preguntar algo:
¿Qué tengo que decirte para asegurarte que todo lo que te he dicho anteriormente es verdad?
¿Necesitas una señal o una prueba divina que confirme que Dios te ha escogido con un propósito especial y único? Por favor, continúa leyendo, deja que tu corazón lo descubra.
Creo que tienes un parecido en esto con Jesús:
María, la madre de nuestro Salvador, sabía que el bebé que esperaba era Hijo del Todopoderoso. Imagina, Jesús fue concebido de forma sobrenatural. Es obra y gracia del Espíritu Santo.
¿Por qué te recuerdo todo esto? Bien, estarás de acuerdo, si has leído la Biblia, en que María no divulgó este propósito. Es decir, ella no le contó a nadie acerca del propósito de su hijo. Es más, creo que eran pocas las personas, antes de fundar su ministerio, que conocían sobre el propósito de Jesús. Muy pocos sabían que él es el salvador de este mundo.
Es más, creo que el número de personas que manejaba esta información era escasísima, pues para iniciar, recuerda que ni siquiera la familia de Jesús creía en Él. No creían en su llamado. Por lo tanto, no te sientas mal si dudan del tuyo. Si no me crees, lee esto en la Biblia:
20 Jesús llegó* a una casa, y la multitud se juntó* de nuevo, a tal punto que ellos ni siquiera podían comer[a]. 21 Cuando Sus parientes oyeron esto, fueron para hacerse cargo de Él, porque decían: «Está fuera de sí». Marcos 3:20-21
» 3 Por eso los hermanos de Jesús le dijeron: «Sal de aquí, y vete a Judea para que también Tus discípulos vean las obras que Tú haces. 4 Porque nadie hace nada en secreto cuando[a] procura ser conocido en público. Si haces estas cosas, muéstrate al mundo». 5 Porque ni aun Sus hermanos creían en Él». Juan 7:3-5
La duda es uno de los mayores obstáculos para estar seguro de si tu llamado viene realmente de Dios. Hablo de la duda que tienes de ti mismo. Es interesante, pero la mayoría de nosotros cree conocerse mejor que nadie. Y realmente es así, pero la mayoría de las veces desconocemos nuestras virtudes. Nos cuesta reconocer nuestros errores, pecados.
Asimismo, la otra cruda realidad de este asunto es que la duda también está sembrada en las mentes de otras personas que te conocen o creen conocerte. Esto lo digo porque ya son personas que te conocieron y han visto tus errores, por lo que creen firmemente que es imposible que tú recibas el llamado de Dios.
Pero ¿Por qué en un inicio la familia de Jesús no creía en su ministerio?
La respuesta es sencilla: la familia de nuestro Señor lo miraban con ojos carnales. Es decir, con ojos humanos, siendo incapaces de filtrar toda su incapacidad.
Todos sabemos que cuando tenemos dudas sobre nosotros mismos, no solo dudamos de nuestras virtudes o capacidades. Tampoco podemos ver el potencial en otros.
A ver, te lo diré de otra manera: si te dicen que eres un bueno para nada, un fracasado es posible que ellos mismo crean que porque cometieron errores, tú tampoco podrás lograrlo.
“Nadie es profeta en su propia tierra”, lo dice Jesús mismo. Ellos no van a creer en ti porque para ellos tú eres su reflejo. Lo peor es que la gran mayoría de las veces, estas fallas que ellos ver en ti o en ellos mismos son imaginarias.
Es difícil de creer, pero es así. La mayoría de nosotros solo vemos nuestras fallas porque los demás se han encargado de convencernos de que solo hay faltas, errores y más fallas en nosotros. ¿Cómo es posible que alguien que piense así vea en ti un llamado divino?
Por suerte, y para la gloria de Dios, hay muchas personas que han tenido un pasado horrible, lleno de errores, pecado. Gente que proviene de hogares disfuncionales, humildes, etc. Pero la diferencia es que ellos sí creyeron en las promesas de nuestro Señor y aceptaron convertirse en instrumentos de nuestro Dios.
Te vas a encontrar a lo largo de tu llamado con personas sorprendidas de tu éxito en el Señor. Se les hace imposible creer.
Vas a escuchar sus típicas frases hirientes:
- No, esta persona no puede porque era un pecador.
- Ese era un borracho, mujeriego.
- Era un pésimo padre.
- Ese tipo era un haragán.
- Era un ladronazo.
- Estuvo preso muchos años, ha de hacerse el inocente ahora. Yo no me confiaría.
- Ella era una prostituta, no podemos dormirnos. Tenemos que estar alerta porque, en cualquier momento, muestra las uñas.
- Me debe dinero.
- Ese le debe dinero a medio mundo, es un moroso, mala paga.
- Esa no tenía distinción, se acostaba con todos los hombres del pueblo
- Esa era una roba maridos
- Ella decía muchas mentiras, no le creo nada
- Yo lo vi cometer pecado muchas veces. Ese es un pecador sin remedio.
Quiero aclarar que las frases despectivas que hemos mencionado anteriormente, no son la verdad. Simplemente, estas dejan ver lo que hay en el corazón de cada persona. Son personas incapaces de creer que un amigo, un excompañero de escuela, un vecino, un hermano de la iglesia o alguien con un origen demasiado humilde o que haya vivido una vida de pecado sea capaz de recibir un llamado.
Ciertamente, es cierto, pero recordemos el sacrificio de Jesús en la cruz. Él nos redimió, pago el precio de nuestra maldad. Gracias a su sacrificio, todo aquel que en Él cree, es nueva criatura. Somos salvos por fe.
Así que, si alguien duda de tu llamado porque ya te “conoce”, es alguien que “conoce tus secretitos”, por favor, no dudes de tu llamado o del llamado de alguien. Te pido que recapacites y te arrepientas ante Dios, si has pecado contra alguien con esas palabras. Ve y pide perdón, también pídele a Dios que cambie tu mente y corazón.
Es hora de que termines con eso de menospreciar, herir y tratar de destruir el llamado de las personas. No es asunto tuyo creer si su llamado es verdadero o no. “Por sus frutos los conoceréis”, dale tiempo a que den sus frutos.
Si alguna vez has sentido que Dios está enojado contigo y no te bendice, reconoce en tu corazón que te has dedicado a atacar a otros, ya sea en secreto o abiertamente. Arrepiéntete, cambia tus caminos, pide perdón. Lo siento de verdad, pero tenía que decirte lo anterior antes de continuar.
Sigue el ejemplo de María
María no trató de convencer a nadie. Ella supo mantener ese enorme secreto en su corazón.
Así es, Dios la colmó de sabiduría y supo de inmediato que la misión de Jesús traería mucho malestar entre los fariseos y religiosos de la época. Ella sabía que la vida de su hijo corría peligro. María sabía sobre las consecuencias, pero también sabía sobre la misión salvadora de su hijo. La madre de nuestro salvador sabía que “aún no era la hora” de revelarle al mundo que Jesús era El Unigénito Hijo de Dios.
“María guardaba TODO ESTO en su corazón, y lo tenía muy presente”, Lucas 2:19.
Amigo, amiga que estás leyendo esto ahora. Debes tener claro que vas a tener resistencia, que vas a enfrentar una prueba grande y que será difícil mantenerte en ese llamado que Dios te ha hecho, pues te ha escogido. Recuerda que hay un enemigo en tu contra que no quiere que te levantes.
Vas a ver incluso a tu propia familia en contra, igual que Jesús. Pero mantente firme en tu llamado. Dios pone en el corazón de sus hijos tanto el querer como el hacer. No trates de explicarle a las personas lo inexplicable. Solo sigue lo que Dios ha puesto en tu corazón. No olvides que tu duda se convierte en desobediencia.
Si le has creído a Dios, Él hará su parte: te guardará en el hueco de su mano, te dará sabiduría, si tú se la pides. Si vas a cumplir con tu misión, te felicito.
Dios, es un Dios de valientes como tú. Gracias por creerle a Dios y desechar todas tus dudas.
Por último, quiero insistir en que muchos hombres y mujeres valientes se arrepintieron de su pecado y se alejaron de él. Con el favor de Dios, se levantaron y hoy en día están haciendo la obra, están cumpliendo con su llamado. Ninguna falla personal puede interponerse en los planes de Dios.
Ahora, ve y dile: «Heme aquí, Señor. ¡Envíame!»
Escrito para ti por: Hermes Alberto Carvajal
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