Tus palabras pueden ser de bella adoración y agradar con ellas a Dios pero si no tienes cuidado al hablar, también en vez de agradar, puedes ofender al Espíritu Santo.
El amor de Jesús manifestado en nuestras vidas nos inspira a hablar palabras de agradecimiento a Dios, responder con calma a quienes nos provocan a la discordia, dar un consejo sabio, (si nos lo piden), regalar palabras de aliento y ánimo a quien las necesita y a quien no las necesita, también.
Es normal que como humanos que somos y acostumbrados a «dar una cara al mundo” queremos persistir en nuestra vieja personalidad, pero, dentro de nosotros sabemos que hemos sido transformados por Dios, pero hay veces que por más que tratamos, no podemos dejar de hablar de la manera irresponsable como lo hacíamos antes, profiriendo palabras de desánimo, negatividad, falta de fe y hasta insultos directos e indirectos hacia los que amamos.
La razón por la que no podemos parar, es porque en ocasiones no queremos aceptar que Cristo ha perdonado nuestros pecados y ahora somos una nueva creación y esto implica una nueva manera de ser, ver, y hablar.
El Apóstol Pablo escribió en una de sus cartas:
» De modo que, si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.» 2 Corintios 5:17 y también dijo: «Ninguna palabra corrompida salga de vuestra boca, sino la que sea buena para la necesaria edificación, a fin de dar gracia a los oyentes.» Efesios 4:29
Las escrituras nos mandan muchas veces que es necesario el hablar con sabiduría para que nos vaya bien en todo:
Los labios del necio traen contienda; Y su boca los azotes llama. La boca del necio es quebrantamiento para sí, y sus labios son lazos para su alma. Las palabras del chismoso son como bocados suaves, y penetran hasta las entrañas. Proverbios 18: 6-8
Tú, ahí donde estás, eres representante de Jesús.
Es verdad que hay personas que se han preparado y tienen la vocación de servir a Dios, son representantes de Cristo en otro nivel haciéndose responsables ante Dios por nuestra vida espiritual.
Ellos tienen mayor visibilidad, la gente los juzga constantemente por sus acciones y actitudes, pero cualquiera que ha abierto su corazón a Jesús, también es representante de su amor, su poder, su gloria.
Nuestras palabras seguirán teniendo un efecto en las personas que las oyen, seamos quienes seamos. Lo que dices, lo que escribes, ten cuidado.
El Apostol Santiago nos dice:
El ser humano sabe domar y, en efecto, ha domado toda clase de fieras, de aves, de reptiles y de bestias marinas; pero nadie puede domar la lengua. Es un mal irrefrenable, lleno de veneno mortal. Con la lengua bendecimos a nuestro Señor y Padre, y con ella maldecimos a las personas, creadas a imagen de Dios. De una misma boca salen bendición y maldición. Hermanos míos, esto no debe ser así. ¿Puede acaso brotar de una misma fuente agua dulce y agua salada? Hermanos míos, ¿acaso puede dar aceitunas una higuera o higos una vid? Pues tampoco una fuente de agua salada puede dar agua dulce.
Santiago 3:7-12
Dios nos perdona, Dios nos ama, es verdad y aun así hay personas que constantemente están emitiendo palabras que ya no deberían de hablar, o de escribir, para aquellos que les encanta publicar en las redes todo lo que hacen o lo que piensan.
Le pido perdón a Dios por todas esas ocasiones en que tal vez ofendí y lastimé a alguien sin querer y, sobre todo, le pido perdón a Dios por mi irresponsabilidad de proferir palabras sin pensarlas y de esta manera ofender al Santo Espíritu de Dios.
Amiga, amigo, no te alarmes. Hay perdón y restauración en Jesús, pero para el perdón, tiene que haber genuino arrepentimiento y después del arrepentimiento, un cambio total y consciente en nuestra manera de ser y de hablar.
¿No puedes parar de hablar (o escribir en las redes) palabras que ofenden a Dios y a los demás?
Pide ayuda a Dios y también busca ayuda de alguien que muestre los frutos de una relación real y verdadera con Jesús.
Es necesario que tu consejero tenga frutos visibles de Dios en su vida. No le puedes confiar a cualquiera tus secretos y debilidades.
Hoy en estos días en que vivimos, cualquiera se autonombra líder, pastor, consejero, apóstol, profeta, etc. Hacen un video donde gritan de manera convincente y eso ya les gana los «likes» de la gente, pero no por eso les vas a pedir ayuda y aunque no te guste esto que te voy a decir, tienes que buscar ayuda de alguien en tu comunidad.
Es posible que puedas recibir ayuda de alguien «a distancia», en línea, etc. Pero primero, cerciórate de que la persona tiene frutos visibles de un cambio en su vida para que en verdad te pueda ayudar.
Enfatizamos mucho esto de que recibamos ayuda de manera personal y directa porque si es muy importante. Tendemos a no ver, o no querer ver nuestras propias faltas, pecados, errores así que a distancia es fácil decir que no estamos tan mal, pero cuando estamos frente a alguien que nos conoce, tal vez esa persona nos pueda señalar con amor, otros errores que estamos cometiendo.
Nuestras palabras agradan, alaban, adoran a Dios y pueden edificar a los demás. Pero también pudiéramos estar ofendiendo a Dios y lastimando a la gente, (como decía mi madre adoptiva, “eso va junto con pegado”).
Si hablas palabras que degradan, discriminan, insultan, rebajan, y aún peor, si lo haces de manera intencional sabiendo que vas a lastimar a los demás, definitivamente ofendes a Dios.
Así que, si quieres ver más del Espíritu Santo en tu vida, sus frutos y dones manifestándose en ti, cuida tus palabras, busca a Dios. Pide ayuda a una persona de confianza que sí tiene frutos y sí sabe cómo ayudarte.
Si has leído hasta aquí, te digo, estás alimentando tu espíritu, estás creciendo. Toma las decisiones que debes de tomar para vivir una vida de frutos y victoria en Cristo Jesús.
Bendiciones para ti y para toda tu familia.