En primer lugar, hay que enfatizar que, aunque no fuimos hechos para vivir aislados, Dios no desperdicia esas temporadas de soledad, incluso si nosotros mismos causamos nuestro propio quebrantamiento o el quebrantamiento de quienes nos han traído soledad, pero Dios puede, aun así, usar esas circunstancias para nuestro bien.
¿Está claro?
Si no te queda muy claro como Dios puede usar para tu bien una situación emocional tan adversa como la tristeza profunda, la soledad, o la depresión, por favor sigue leyendo.
En las Escrituras, podemos encontrar una infinidad de ejemplos de personas que, dentro de su soledad y aislamiento, se encontraron confundidas pero en medio de esa soledad, Dios les reveló formas de afrontar la vida novedosas, firmes y acordes a su voluntad. Jesús también sintió soledad. ¿Cómo es posible? Continúa leyendo, más abajo lo sabrás.
Por ejemplo, consideremos a José, quien fue encarcelado por causas totalmente ajenas a él.
Pero Dios estaba con José y le extendió su misericordia, y le dio gracia en los ojos del jefe de la cárcel. Y el jefe de la cárcel entregó en mano de José el cuidado de todos los presos que había en aquella prisión; todo lo que se hacía allí, él lo hacía. No necesitaba atender el jefe de la cárcel cosa alguna de las que estaban al cuidado de José, porque Dios estaba con José, y lo que él hacía, Dios lo prosperaba.
Génesis 39:21-23
Podemos deducir, de las Escrituras, que José pudo haber estado en prisión durante 10 a 12 años de su vida, pero José no estaba solo o aislado en el sentido de que estaba en confinamiento, por supuesto, pero ciertamente estaba alejado de su mundo y de las relaciones que eran más importantes para él.
Sin embargo, al mismo tiempo, Dios estaba a su lado, prosperándolo, siempre con él.
Luego estaba Elías, quien después de predecir la sequía que vendría a toda la tierra, hizo lo que el Señor le ordenó y se fue “a vivir junto al arroyo Querit, que está al este del Jordán” (1 Reyes 17: 5)
No tenemos forma de saber cuánto tiempo Elías se escondió en el arroyo, pero sí sabemos que los cuervos no fueron sus únicos compañeros.
Dos veces se nos dice, en este pasaje, que “la palabra de Dios” vino a Elías (1 Reyes 17: 5,8). Ya sea que el exilio de Elías duró tres semanas o meses, Dios utilizó este tiempo para hacer fuerte la fe del profeta y para prepararlo para las tareas más importantes que tenía por delante.
Jesús se sintió solo.
Uno de los relatos más importantes de aislamiento puede ser los 40 días y noches que nuestro Señor pasó en el desierto antes de comenzar su ministerio terrenal. Nadie puede imaginar cómo pudo haber sido esta prueba para Jesús, la cual tuvo que superar solo.
De la misma manera que Israel pasó 40 años en el desierto, Jesús tomó el desafío de luchar contra las tentaciones del enemigo y este severo aislamiento lo fortaleció, y también nos dejó grandes lecciones que tenemos que entender, aprender, recordar y poner en práctica.
Podemos ver, que muchas de las victorias del enemigo se han producido cuando es capaz de aislar a las víctimas de su comunidad. El enemigo nunca tendría una mejor oportunidad que esta, para hacer tropezar al Dios-hombre, pero los esfuerzos de Satanás fueron en vano.
En segundo lugar, debemos luchar contra la soledad y el aislamiento sumergiéndonos siempre en la Palabra. La campaña victoriosa de Jesús contra la vil serpiente en el desierto fue más que una demostración de fuerza. Al vencer al tentador, Jesús nos dejó un modelo de cómo podemos luchar aun cuando atravesamos por momentos de soledad o aislamiento.
Con cada tentación, Jesús respondió con: «Escrito está» (Mateo 4: 4, 7, 10), refiriéndose a la verdad que se encuentra sólo en la palabra de Dios. Es fundamental que siempre permitamos que la Palabra de Dios sea el lente a través del cual discernimos la realidad. Cuando los susurros de la serpiente hablan mentiras que producen confusión, duda, dolor y miedo, debemos volvernos a la verdad de la Palabra de Dios para calmar las tormentas de nuestras almas y nuestros corazones.
Lee la palabra de Dios por ti mismo. No tienes que convertirte en teólogo para entenderla. Te recomiendo que leas el Evangelio del Apóstol Juan, los salmos, el libro de proverbios, el evangelio de San Marcos, el libro de los Hechos y así, para que te vayas nutriendo y fortaleciendo poco a poco con la palabra de Dios.
Evita siempre tener a los medios y las redes sociales como divulgadores de la verdad y únicas fuentes de información confiable, ya que, si te aferras a esas verdades a medias, entonces tienes muy pocas esperanzas de evitar y enfrentar la depresión.
Sé cauteloso con lo que lees y escuchas.
Tu corazón y tu mente deben estar conectados con Dios por medio de la palabra, la cual hallarás en las escrituras.
Permite que el Espíritu Santo te ayude a saber cómo enfrentar los retos actuales, sociales, culturales, espirituales, a través de los principios de la Palabra de Dios. Si Jesús luchó contra el engaño del enemigo con «Escrito está», entonces nosotros también tenemos que hacerlo.
Por último, si estás luchando contra el aislamiento y la depresión, busca relaciones sanas, confiables con personas y familia que ya están aplicando en sus vidas la palabra de Dios, lo cual se puede ver por el fruto que emana de sus vidas.
Aunque Dios nunca desperdicia nuestro aislamiento, el aislamiento nunca debe convertirse en nuestro estilo de vida.
Si voluntariamente deseas persistir en vivir en soledad, en estos tiempos, serás más vulnerable y susceptible a los ataques y emboscadas del enemigo como en ningún otro momento. No es bueno que el hombre o la mujer estén solos.
Recuerda que fue cuando David se aisló de su ejército y de sus responsabilidades que sucumbió a su lujuria por la esposa de otro hombre (2 Samuel 11).
También por las escrituras podemos deducir que Judas planeo su traición en soledad.
Rodéate de personas que amen a Cristo, que te amen y que te ayuden a fomentar una perspectiva ajustada a su palabra.
No existen soluciones simples para combatir la depresión y el aislamiento al que estamos sometidos actualmente, pero hay pasos que se pueden tomar para garantizar que no luchemos solos. Dios está contigo. Dios usará esa tristeza para tu fortaleza, pero tu no debes tratar de vivir siempre en soledad, tristeza o depresión.