En la vida siempre habrá personas que querrán sobresalir por encima de cualquier cosa y esta es la principal característica que se le atribuye a la vanidad. Razón por la cual para alcanzar sus objetivos estas personas no son capaces de apartar su orgullo, y, por eso, mantienen una actitud engreída y arrogante.
Sin embargo, no hay razón para caer en soberbias que solo nos traerán vergüenzas. A continuación, un ejemplo de esto. Seguro recuerdas esta vieja, pero educativa historia que, quizás ya escuchaste en tu infancia:
La tortuga y la liebre
Había una vez una liebre muy vanidosa que se pasaba todo el día presumiendo de lo rápido que podía correr, cansada de siempre escuchar sus alardes, la tortuga la retó a competir en una carrera a lo que esta respondió: qué chistosa que eres tortuga, debes estar bromeando, dijo mientras se reía a carcajadas. Ya veremos liebre, guarda tus palabras hasta después de la carrera respondió la tortuga.
Al día siguiente, los animales del bosque se reunieron para presenciar la carrera, todos querían ver si la tortuga en realidad podía vencer a la liebre. El oso comenzó la carrera gritando: ¡En sus marcas, listos, ya! La liebre se adelantó inmediatamente, corrió y corrió más rápido que nunca, luego, miró hacia atrás y vio que la tortuga se encontraba a unos pocos pasos de la línea de inicio. “Tortuga lenta y atrevida», pensó la liebre. ¿Por qué habrá querido competir, si no tiene ninguna oportunidad de ganar?
En la confianza está el peligro
Confiada en que iba a ganar la carrera, la liebre decidió parar en medio del camino para descansar debajo de un árbol. La fresca y agradable sombra era muy relajante, tanto así que la liebre se quedó dormida, mientras tanto, la tortuga siguió caminando lento, pero sin pausa. Estaba decidida a no darse por vencida, pronto se encontró con la liebre durmiendo plácidamente.
¡La tortuga estaba ganando la carrera! Cuando se acercó a la meta todos los animales del bosque comenzaron a gritar de emoción. Los gritos despertaron a la liebre, que no podía dar crédito a sus ojos: la tortuga estaba cruzando la meta y ella había perdido la carrera.
Moraleja
Como podemos ver, este cuento infantil encierra un gran valor y una gran enseñanza. Por un lado, tenemos a la tortuga en representación de todas aquellas personas que se han propuesto alcanzar sus metas con esfuerzo, constancia y perseverancia manteniendo la calma a pesar de las circunstancias.
Y, por otro lado, está la liebre, quien simboliza a todos aquellos que, por orgullo, quieren hacernos quedar mal. S. Mateo 23:12 dice: “Porque el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido”. Esto mismo fue lo que aconteció con la Liebre, se dejó llevar por sus habilidades presumió de ellas, pero al final de nada le sirvió.
Así mismo pasa en la vida real, cómo estás viviendo tu vida ¿Eres tortuga o liebre? También la burla y el exceso de confianza son causa de reprensión y castigo. Por eso, cuando nos vanagloriamos de algo, Dios hace que erremos para que aprendamos a no querer ridiculizar a los demás.
Fuimos hechos a semejanza de Dios y cómo tal nuestra actitud debe demostrar amabilidad y respeto, por eso enfoquémonos cada día en parecernos más a él antes de hacer una mala elección.