La víspera de Navidad es la época más bonita del año y también la más esperada por todos. Y es que, ¿a quién no le va a gustar rodearse de un ambiente lleno alegría, color y amor por el prójimo?
El mes de diciembre es un tiempo donde las personas se muestran más propicios a compartir y ayudar al desamparado. Tal vez recordar el nacimiento de nuestro Señor Jesús le pone los sentimientos a flor de piel y por eso practican la bondad, pero deberían saber que no solo en Navidad se agrada a nuestro Señor.
Recordemos que Jesús aceptó hacerse carne y vivir en esta tierra para salvarnos, pero también para enseñarnos a amar sin condición y transformar a la humanidad “Todo esto sucedió para que se cumpliera lo que el Señor había dicho por medio del profeta:
«La virgen concebirá y dará a luz un hijo, y lo llamarán Emanuel que significa Dios con nosotros” (Mateo 1:22-23).
Y si Dios está con nosotros ¿será que lo hará por momentos? ¡No creo!
¡Síganme los buenos!
Ser buenos es una cualidad que desarrollan aquellos que están dispuestos a obedecer y practicar las leyes de Dios. Así es, esto es sin hacer reproches de lo que por ellas tengan que pasar. María y José son verdaderos ejemplos de humildad y obediencia al Padre:
“Demos Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz a los que gozan de su buena voluntad” (22. Mateo 2:1-2).
Sé que tal vez estés pensando en todo lo que ocurre en el mundo y digas: “Ya no hay en la tierra quien respete a Dios ni quien refleje estar dirigido por él, de ser así no habría robos, suicidios, guerras y enfermedades.
La paga del pecado es muerte (Romanos 6:23) y maldad es lo que abunda en la humanidad, si queremos gozar de larga vida terrenal debemos procurar ser como Jesús, no solo en Navidad.
La dádiva de Dios es vida eterna
Y Él amó tanto a este mundo que permitió que su hijo fuera crucificado para que el pecado de aquí fuera borrado (S. Juan 3:16).
Después del sacrificio de Jesús hemos adquirido nueva jerarquía al ser reconocidos como hijos de Dios y su linaje no puede ser símbolo de vergüenza, por eso debemos apartar de nosotros los celos, la envidia, el enojo y el rencor que solo traen engaño y malestar a nuestras vidas.
Un corazón podrido no puede brindar amor y mucho menos desarrollar el don del servicio. Deberíamos estar prestos a ayudar en todo momento, una fecha no debería condicionar nuestra conducta, al contrario, nuestros actos deberían permanecer notorios durante todo el año.
En otras palabras
Jesús se dedicó por completo a las causas nobles sin mirar raza, sexo, color ni religión, todo para dar a conocer su verdad y demostrar que viviendo en santidad se puede llegar a la eternidad. Si tu deseo es ser como Jesús y tu meta es alcanzar la victoria dedícate a escudriñar su palabra para que puedas ver su gloria.
No importa si lo haces de día o de noche, si hay frío o calor, si tu corazón late o se detiene procura dar alabanzas a Jesús, que está en los cielos y es en quien está nuestra esperanza. Para que el mundo sea mejor debemos mantener la unión a pesar de la adversidad para que esta no nos pueda separar y perdure la hermandad por siempre en la humanidad porque a Dios debemos honrar, no solo en Navidad.