Mateo 7:21-23 «No todo el que me dice: ¡Señor! ¡Señor!, entrará en el reino de Dios, sino el que hace la voluntad de mi Padre celestial. Muchos me dirán en aquel día: ¡Señor! ¡Señor!, ¿no hemos profetizado en tu nombre, y en tu nombre hemos arrojado a los demonios y hecho muchos milagros en tu nombre? Entonces yo les diré: «Nunca os conocí. Apartaos de mí, agentes de injusticias».
Decir que amamos al Señor, o que creemos en Dios, no es lo transcendental en nuestras vidas. Es más, en todo el mundo habrá millones de personas que dicen creer en Dios, pero sus hechos niegan la eficacia de su corazón.
Creen en Dios va más allá de lo que pueden confesar tus labios, por eso Jesús decía, «No todo el que me dice: ¡Señor! ¡Señor!, entrará en el reino de Dios”, porque la vida de fe va más allá de lo que podamos hablar, la vida de fe no se basa solo en las palabras que salen de nuestro corazón, la vida de fe implica hechos, y estos hechos van acorde a la voluntad del Padre.
Si vemos la biblia, podemos ver como personas cambiaron totalmente su forma de vivir a causa de la fe, porque no basaron sus creencias en palabras sino más bien en hechos. Lo podemos ver en el ejemplo de Saulo, este era perseguidor de cristianos, él había pensado por mucho tiempo que el cristianismo, pero era malo, pues así había sido educado.
Pablo es sacudido
Hasta que en Hechos 9, podemos ver como el Señor lo estremece, y Saulo, quien luego se convirtió en Pablo, se acercó a Dios, y reconoció a Jesús como su señor y salvador.
De esta manera Pablo dejó de vivir y empezó a caminar bajo la perfecta voluntad de Dios, esto lo llevó de perseguir a cristianos, a levantar iglesias y predicar su palabra a todo lugar.
En este caso, quiero enseñarte lo que en verdad es seguir a Jesús. Caminar por la fe no solo se basa en lo que hacemos, sino cuanta profundidad de Dios hay nuestras vidas. Debemos llegar al momento en que Jesús conozca nuestra voz, que en intimidad y oración podamos tocar el corazón del padre.
Caminando en su voluntad
Caminar en su voluntad es conocer el propósito que el Padre tiene para nuestras vidas y esto podemos hacerlo a través de la comunión con Dios.
Podemos decir que amamos a Dios, pero estar tan lejos de él. Podemos decir que seguimos a Jesús, pero estar tan lejos de su presencia. Sin duda, esto no nos dará el acceso al Reino de Dios.
Todos los días debemos pedirle a Dios que restaure nuestro corazón, que limpie nuestra alma de todo aquello que nos busca separar de su presencia. Que nos muestre cuál es la voluntad que él tiene para nuestras vidas, y así poder comprender lo que él tiene para nuestras vidas, caminando siempre en justicia e integridad.