Cuando la Ciencia te Diga Que no Hay Nada Que Hacer, Dios te Dirá Que Confíes en Él

Cuando la Ciencia te Diga Que no Hay Nada Que Hacer, Dios te Dirá Que Confíes en Él

Dios, a través de Eliseo, instruyó a la mujer para que tomara prestados recipientes vacíos y los llenara con aceite de su propia vasija, la cual momentos antes estaba … completamente vacía.

Esas instrucciones parecerían una locura si no tuviéramos en cuenta el poder de Dios. Porque una vasija de aceite no puede llenar más que otra vasija del mismo tamaño, según los principios científicos. Así que, científicamente hablando, lo que Eliseo le decía a la viuda era un imposible.

Eso es correcto, porque si no tenemos en cuenta a Dios, todo cambia. La respuesta a esto es que Dios no está sujeto a juicios científicos. Lo que le importa no es si algo es científicamente posible o no, sino si es Su voluntad.

Nadie puede detener su voluntad

Lo cierto es que, cuando es la voluntad de Dios, sea lo que sea, va a suceder. No importa lo que digan los científicos. Por supuesto, podemos concluir que Dios deseaba librar a la mujer de su situación. Esta historia en la Biblia nos anima a tener confianza en Él, si nos encontramos en una situación similar.

Tengamos en cuenta que Eliseo hablaba palabras de Dios. Todo lo que decía correspondía a la voluntad de Dios en cuanto a estas circunstancias y ciertamente sucedería. Por supuesto, si la viuda hacía lo que Dios le dijo

De hecho, no puedo imaginar el rostro sorprendido de la viuda mientras veía cómo milagrosamente una sola vasija de aceite llenaba muchas más. Era algo que no parecía tener sentido.

Dios no promete una explicación para cada cosa en la vida. Es más, Él no te debe ninguna explicación. Si lo entendieras todo, serías Dios. Por tanto, solo debes confiar. Sé que bajo presión, la mayoría de nosotros solo piensa que todo está perdido.

Debes confiar en Dios con todo tu corazón. Esto significa que tanto tú como yo debemos aprender a depender de Él, aunque lo que estemos haciendo parezca que no tiene sentido.

En resumen, la situación puede parecer que está fuera de control, pero Dios siempre, siempre está en control.

Dios no garantiza una explicación para todo lo que ocurre en la vida. En realidad, no le debe ninguna explicación a nadie. Serías Dios si lo supiera todo. Por eso, lo único que tienes que hacer es confiar. Sé que cuando estamos bajo presión, la mayoría de nosotros creemos que todo está perdido. Debes tener una fe total en Dios.

Esto significa que tanto tú como yo debemos aprender a confiar en Él, aunque nuestras acciones parezcan no tener sentido.

En resumen, aunque la situación parezca estar fuera de control, Dios está siempre, siempre en control.

Tu milagro está a la vuelta de la esquina; todo lo que tienes que hacer es creer en Él.

Todo lo que tienes que hacer es creer que en tu vida es posible que ocurran milagros.

A veces hacemos cosas que requieren de mucho sacrificio, de hecho, solemos atribuir el concepto de “yo lo hice”, y nuestras historias personales no incluyen el increíble poder que hace que las plantas den frutos o que logremos abrir los ojos esta mañana.

En otras palabras, los milagros ocurren exclusivamente como resultado de la voluntad de Dios.

Por otro lado, la fe nos permite reconocer las cosas positivas de nuestra vida como obra de Dios y no como casualidad o buena fortuna. Reconocer un milagro es una maravilla en sí misma. Mirar la vida a través de la lente de la fe en Jesucristo puede abrir nuestros ojos a los innumerables milagros que nos rodean.

Entonces, ¿podemos pedir un milagro a Dios? Ciertamente, podemos hacerlo. Dios siempre nos escucha y tiene la capacidad de hacer cualquier cosa que desee, cuando lo desee. Dios siempre sabe lo que es mejor para nosotros y responde a nuestras oraciones. Eso, en sí mismo, es un milagro.

Cuando te enfrentes a un escenario difícil o a un obstáculo, en lugar de renunciar a tu objetivo, dirígete a Dios y ora para que te ayude.

No cuestiones tu milagro

Por último, puede que vivamos nuestra vida preguntándonos por qué Dios intervino o no. Como nos recuerda el Salmo 14, la respuesta está ligada a la alianza de Dios con su pueblo y al compromiso de los justos de serles fiel.

El Evangelio sigue el mismo camino, no cambia: amar a Dios y al prójimo, resumen de la Ley, para buscar con confianza la intervención salvadora de lo alto en momentos de angustias, dolor, peligro y desesperación. Podremos decir, de todo corazón, y con confianza en Su amor: “¡Bendito sea el Señor! ¡Gracias, Dios de mi salvación!”

Este simple acto de adoración crea una sensación de serenidad en la persona y en quienes los rodean. En este caso, pueden liberar su ansiedad entregándose a la voluntad de Dios. Esto da a las personas esperanza, y la esperanza les da la fuerza para afrontar la adversidad.

Déjate llevar por Su santo Espíritu

Si se lo permitimos, el Espíritu Santo puede orar en nosotros (Romanos 8:26): especialmente en nuestra debilidad, cuando no sabemos orar como deberíamos. Él lleva nuestras oraciones al Altísimo. Él intercede por nosotros con gemidos indecibles. Porque el Espíritu Santo escudriña nuestros corazones y nos guía según Su plan.

Por eso el discernimiento es un don del Espíritu, y podemos pedirlo especialmente ahora; el Evangelio de Mateo nos recuerda un concepto que puede guiarnos en este sentido: “el árbol se conoce por sus frutos” (Mateo 12,33). Parece que nos irritamos en los momentos de crisis. Pero la paciencia nos permite vivir mejor en la incertidumbre del presente.

Por eso, si somos más pacientes, si podemos controlar nuestra impaciencia durante la crisis, podremos mantener la calma, que es esencial en circunstancias que parecen no tener salida.

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