En esta ocasión tomaremos el ejemplo de la Palabra de Dios, cuando se refiere al “estar preparados”, porque muchas veces en la vida creemos que estar despiertos y atentos a las señales basta para aprovechar oportunidades y recibir las bendiciones de Dios; sin embargo, ¿Si estás despierto, pero no estás preparado crees que te servirá de algo? ¿De qué te sirve esperar el avión para irte de viaje si dejas el pasaje?
Cuando emprendemos una meta o nos trazamos llevar a cabo una actividad, debemos de tomar en cuenta todo lo que vamos a necesitar para ello, por eso, no nos bastará con estar despiertos, debemos estar preparados con todas las herramientas y conocimientos necesarios para salir adelante durante la ejecución de lo que nos plateamos hacer.
La palabra de Dios en Lucas 12:35 “Estar siempre preparados y mantener las lámparas encendidas”, haciendo alusión de que, si no estamos preparados, no podremos ver las señales del señor y mucho menos su venida. Será imposible mirar en la oscuridad si llega de noche y no hay para alumbrar, por eso, insistimos en que de nada sirve que estemos allí, si no poseemos lo necesario para seguir avanzando.
¿Cuántas veces no hemos dejado un proyecto sin terminar por no saber llevar a cabo una actividad esencial para ello? ¿Hemos desistido alguna vez de llevar a cabo un proyecto por falta de recursos? ¿A cuántos no nos gustaría hacer esto o aquello, pero no poseemos las habilidades necesarias para realizarlo? Si levantaste la mano como yo ante estas interrogantes, eso quiere decir que, aunque estábamos despiertos, aún no estábamos preparados.
Pasos esenciales para estar preparados
A continuación, te dejaremos una receta que puedes ajustar a tu medida, para que siempre estés preparado:
Preguntarse ¿Qué es lo que deseo?
Alguna vez te has detenido a pensar qué es lo quieres lograr en la vida, si aún no lo has hecho es hora de hacerlo, no puedes seguir “intentándolo” es hora de plantearse con certeza la meta a alcanzar para evitar las improvisaciones en la vida que nos llevan al fracaso y con ello a desmotivarnos.
Ya no puedes hacer algo porque al otro le fue bien o porque al otro le dio mucho dinero, recuerda que cada persona es diferente y cuenta con habilidades distintas, lo que nos impide hacer cosas igual que a otras personas. Debes emprender al camino hacia una meta, porque te gusta, te apasiona, porque es lo que sabes hacer.
Inventariarse
Una vez que sepas lo que realmente deseas en la vida, es hora de ver con lo que cuentas para lograr esa meta. Por ejemplo, no puedes plantearte hacer una torta y llegado el día te das cuenta de que no tienes la bandeja o tortera. Por eso, debemos sentarnos y ver con quién contamos (personas que son claves para lograr las metas o pueden ayudarnos), con qué (herramientas, materiales, dinero, entre otras cosas materiales) y si sabemos cómo hacerlo (conocimiento).
Debes realizar una lista de lo que tienes y lo que te hace falta, para comenzar a crear actividades que te ayuden a reunir todo lo que necesitas.
Planificarse
Una vez que tengas todo sobre la mesa, comienza a planificar los pasos que irás dando para materializar tu sueño. Comienza por las cosas más difíciles y en la marcha ejecuta las más fáciles, porque si comienzas con lo fácil, puedes estar muy cansado (a) al finalizar y no culminar las tareas planteadas.
Ejecutar
Termina lo que comiences, no dejes nada a medio camino, no te rindas, conseguirás muchos obstáculos y hasta habrá quien te diga que no lo vas a lograr, intentarán desanimarte, pero debes mantenerte firme y confiar en la misericordia de Dios, él siempre está de la mano de aquel que cree en él. Cuando te sientas agotado(a) respira profundo y clama a Dios, él te fortalecerá y podrás seguir avanzando.
Evaluar
Una vez que alcances tu meta, no dejes llevar voy la emoción del momento, da gracias a Dios y evalúa el camino recorrido, ello te permitirá ver todo desde otra perspectiva y extraer cada uno de los aprendizajes, para aplicarlo en la siguiente meta a alcanzar.