Dios nos sana
En este mensaje de esperanza te invitamos a abrir tu corazón y tu alma para recibir el afecto puro del Espíritu Santo, que te llena de paz, calma, serenidad y fuerza.
Cuando los problemas nos acosan y la vida parece que nos aplasta, puede ser difícil recordar las promesas de Dios. Él ha prometido sanar todas nuestras heridas, dolores y enfermedades. Pero ¿cómo aceptamos que Dios nos sane? ¿Cómo podemos saber que esta promesa es cierta?
Veamos algunas de las maneras en que Dios puede traer sanidad a nuestras vidas.
Aceptar la sanación de Dios
- El primer paso para aceptar la sanación de Dios es creer firmemente en que Él puede hacerlo. Muchas veces, permitimos que la duda se cuele en nuestras mentes cuando enfrentamos situaciones desafiantes. Empezamos a preocuparnos por si Dios nos ayudará o no.
La verdad es que, si ponemos nuestra fe en Él, responderá a nuestras oraciones y nos proporcionará el alivio que buscamos. Todo lo que se necesita es un poco de fe y confianza en Sus promesas.
Por otro lado, una decepción puede desviarnos e incluso impedir nuestra sanación. Dios puede sanar esas heridas que te ha causado un amor no correspondido. Gente que en vez de dar gracias, te maldicen y te succionan lo más que pueden. Dios puede sanar esas heridas. No tienes por qué estar triste o decepcionado. En su lugar, Dios te propone llenar tu vida de amor puro, un amor sobrenatural que sobrepasa todo entendimiento. Este amor no requiere que seas especial, pues Él te acepta tal y como eres. Su gran amor está al alcance de todos.
- El segundo paso es alinear nuestros corazones y mentes con Su voluntad para nosotros. Esto significa que tenemos que estar dispuestos a renunciar al control sobre nuestras vidas y permitir que Él trabaje en nosotros y a través de nosotros.
No pasa nada si no entiendes cómo o por qué suceden las cosas, simplemente confía en que Dios sabe lo que es mejor para ti y abre tu corazón para recibir Su amor y poder sanador.
- Por último, pon en práctica lo que crees, pronunciando palabras de fe. Habla sobre tu confianza en Él y en Sus promesas de sanación en tu vida cada día hasta que veas esas promesas cumplidas. Nuestras palabras tienen poder, así que habla la Palabra de Dios cada día como un recordatorio de Su amor por ti y Su compromiso de proveerte de acuerdo con Su plan perfecto para tu vida.
Batalla espiritual
Hay una batalla espiritual por tu vida y fe. Debes comenzar a valorar tus talentos, tu fe, lo que te ha sido dado. Recibe esta palabra de aliento y no temas, pues si una puerta se te cierra, otra se abrirá. Esto no debe ser motivo de desesperación. Recuerda que hay cosas que parecen ser buenas, pero su fin son caminos de muerte, de destrucción; por lo que debemos dar gracias a Dios por las puertas que se nos cierran y esperar confiados en que abrirían las puertas de bendición correctas.
Todos nuestros planes, todo lo que nos pasa está en perfecto control de nuestro Creador. Por eso, cuando estés pasando por un valle de muerte, ora. Dedica tiempo a la oración y entiende que las victorias no las consigues tú solo. Dios ha prometido darnos a cada uno un don, un talento que nos llevarán más allá de lo que podemos imaginar. Confía en tu Padre Celestial, Él te dice: YO Sanaré todas tus Heridas
No dejes que te arrebaten tu gozo
Por último, no dejes que las personas que NO siguen a Jesús roben tu paz y alegría. Ellos no saben que son amados y pueden también ser bendecidos. Ellos son necios y se niegan a aceptarlo. Por eso, te felicito: eres valiente, te dejas llevar por Su Santo Espíritu y con éxito eres capaz de manejar conflictos sin violencia.
Sigue creyendo y confiando en Dios. Deja atrás la desesperación, y que nada perturbe tu paz. Llevas puesta la coraza de la justicia, toma en tus manos la espada de Su santa palabra, y prepárate para una batalla en la que al final triunfarás.
Así es, no serás derrotado, y aunque en algún momento flaquees y caigas, te prometo que Dios volverá a levantarte.
Conclusión:
No hay mayor consuelo que saber que no importa lo que suceda en la vida, Dios siempre está ahí ofreciéndonos esperanza y paz a través de Su promesa de sanación, ¡si tan solo la aceptamos!
Con un poco de fe y confianza, podemos estar tranquilos sabiendo que cualquiera que sea el dolor o la dificultad que se nos presente Él estará allí para nosotros en cada paso del camino brindándonos consuelo, guía, fortaleza y, por sobre todas las cosas, ¡un gran abrazo de amor desde el Cielo! Deja que Dios sane tus heridas…
Ahora, quiero que seas bendecido con las siguientes palabras. MIRA EL VIDEO: