Todos atravesamos tiempos difíciles. Unos menos que otros, pero al final de cuentas, todos pasamos por momentos dolorosos, pruebas, conflictos. De hecho, hay veces que tenemos un período en el que pareciese que se han acabado los problemas, como si fuesen unas vacaciones, pero los problemas regresan. Es algo de nunca acabar.
Como todo en la vida, muchas veces cada problema resuelto nos deja una moraleja. Esto es importante, pues podemos aprender de nuestros errores. Sin embargo, lo relevante en cada conflicto o situación que se nos presenta es saber de dónde sacamos fuerzas para enfrentar esos momentos difíciles.
¿De dónde viene tu fuerza? ¿Tu fortaleza? Eso qué te hace levantar, que te da un propósito para no desfallecer y seguir luchando contra esa situación tan escabrosa.
Los que creemos en Cristo resolvemos nuestros problemas como Él
Hace un tiempo tuve un compañero de trabajo el cual estaba atravesando un divorcio. Como era de esperarse durante esa prueba todo se le vino abajo. Tenía deudas, problemas en el trabajo, problemas de salud, problemas con los hijos. En Fin, todo su mundo se desmoronó a tal punto que su salud mental se vio seriamente afectada.
En ese tiempo, yo también estaba atravesando pruebas. Estábamos en plena pandemia y como todos, yo también luchaba por sobrevivir. Sin embargo, siempre estaba alegre. Siempre estaba lleno de esperanza. En una ocasión, mi angustiado compañero de trabajo me preguntó que cómo era posible que con tanta difícil situación que atravesaba, yo siempre estaba tan positivo y tan confiado.
Él no podía entender cómo yo era capaz de reflejar tanta paz y confianza. Para ser sinceros, yo tampoco sé cómo Dios puede lograr algo tan maravilloso en una persona, pero de que lo hace, lo hace. Solo confía en Él, instrúyete con Su Palabra y sé obediente.
Mi respuesta quizás no era la que él esperaba
En fin, me detuve un instante para analizar lo que estaba ocurriendo en ese momento. Hice una pausa y le dije a mi amigo: lo que pasa es que después de haber conocido a Cristo, yo sé que hay un propósito para todo. Sé que cada segundo de mi vida está controlado por el Altísimo, siempre y cuando yo me mantenga en comunión con Él y deje que trabaje en mi corazón. Por lo que no me preocupo por lo que yo no pueda controlar, ya mi plan ha sido diseñado desde antes de la fundación del mundo.
No tengo idea de si llegó a entender mi respuesta, porque dejó de trabajar y fue ingresado en un centro de salud en el extranjero. No volví a saber de él. Su dolor y sufrimiento me conmovieron mucho, por lo que sigo pidiéndole a Dios para que mi amigo pueda algún día también gozar de la paz que sobrepasa todo entendimiento.
Refresca tu corazón con el Evangelio
Y aunque era Hijo, por lo que padeció aprendió la obediencia; 9 y habiendo sido perfeccionado, vino a ser autor de eterna salvación para todos los que le obedecen
Hebreos 5:8-9
El propósito detrás de las pruebas y el sufrimiento en la vida de los creyentes se explica en el Evangelio, y cuando entendemos que hay un propósito, aunque no lo entendamos completamente, sabemos que el Evangelio nos asegura que cumpliremos el propósito de Dios para nosotros.
El Evangelio precisamente en la historia de nuestra salvación, cómo el ser humano encuentra el perdón de los pecados y la comunión con Dios después de la caída. Dice que Dios permitió que su propio hijo se convirtiera en uno de nosotros, que sufriera el rechazo, la violencia y la muerte.
Sin embargo, como resucitó de la tumba al tercer día y ocupó su lugar en el trono de gloria por haber vencido al pecado. Gracias a su sacrificio, nosotros también podemos vencer el pecado. Podemos vencer en Cristo.
La obediencia trae consigo la victoria
Jesús es perfecto, ya que no conoció el pecado. Sin embargo, como ser humano, necesitó mostrarnos que fue entrenado en la obediencia. A través de tentaciones y pruebas, se sometió completamente a Dios, convirtiéndose en el hombre perfecto. Se convirtió en una ofrenda perfecta para salvar a los desobedientes. Dice en Hebreos 5:8-12:
Aunque era Hijo, aprendió obediencia por lo que padeció; y habiendo sido hecho perfecto, vino a ser fuente de eterna salvación para todos los que le obedecen.
El sufrimiento de Jesús no fue inútil. La Biblia revela que era necesario y que, al ser obediente hasta la muerte, ganaría la posibilidad de que los que somos desobedientes nos volviéramos obedientes. Incluso ante las cosas más terribles, Jesús se convirtió en una ofrenda perfecta por nosotros por amor a su Padre.
Es posible para los creyentes saber que, en medio del sufrimiento, este nos llevará a un lugar mejor. Si o si nos llevará al propósito que Dios tiene para nosotros, Nos hará mejores personas, mejores hijos de Dios y al final nos llevará a un maravilloso destino eterno.
Conclusión
La crucifixión y posterior resurrección de Jesús es una fuente de esperanza de que podemos superar cualquier sufrimiento o situación para alcanzar nuestro futuro con Dios. Jesús abrazó la obediencia, y nosotros también lo haremos.
Dios ve que ha logrado su objetivo cuando se refleja en ti. Sí, cuando todos puedan ver tu fortaleza y puedan ver maravillados de cómo pueden ver a Jesús reflejado en tu persona. Es necesario que los demás también puedan ver que ya has dejado de ser un creyente inestable, sin dudas, sin falta de fe.
A pesar de que tus amigos te critiquen y te digan que llevas años orando y no has recibido ninguna respuesta, mantén la fe. Incluso Noé, todo esto y más les dijeron sus amigos y familiares, y ya sabemos cómo terminó todo.
Amigo, amiga, cuando ya no tengas falta de fe, falta de carácter para decir: yo espero, a mí no me mueven los vientos ni las oraciones sin contestar. Yo espero en mi Dios. Espero en sus promesas: yo voy a seguir orando y voy a seguir adorando aun en medio de toda esta difícil situación. Yo no voy a negar tu Nombre, Señor. En ti esperaré.