La vida tiene cosas buenas y malas. Enfermedades, muerte, separaciones, fracasos, desilusiones y muchas más son situaciones que nos desesperan y entristecen. Por lo cual, tendemos a aislarnos para que los demás no hagan leña del árbol caído. Más en medio de todas estas dificultades siempre hay una constante y es el amor de Dios, el cual te dice: “hijo, compartamos la soledad, deposita en mi tu ansiedad”.
Muchas veces nos sentimos solos aun estando acompañados
Solos en compañía, esto se debe a que dentro de nuestro ser existen carencias que el ser humano no puede cubrir y es allí cuando Dios juega un papel fundamental en nuestras vidas. La base de la sociedad es la familia, esta a su vez no puede existir si no hay amor y no amor sin Dios.
Cuando tienes hambre y alguien te da de comer sin pedir algo a cambio, lo hace porque le nace y ese sentimiento de bondad lo ha dispuesto Dios en su corazón. Es por eso por lo que el único que tiene el poder para cambiar nuestro estado de ánimo se llama Jesús, búscale y le hallaras.
No disimules tu tristeza
Mucha gente disfraza la melancolía detrás de una sonrisa cuando en realidad por dentro tienen deseos de morirse. La ansiedad y depresión son causales de suicidios y asesinatos en el mundo entero. La maldad se ha apoderado de aquellos que no han encontrado sosiego en sus corazones, pues se han apartado de Dios y en la humanidad no han encontrado quién les diga: “ven compartamos la soledad”.
Acompañar a alguien que se siente triste muchas veces es cansado y aburrido, porque hay que luchar con los sentimientos de inferioridad y culpa que puedan estar afectando a la persona y que mayormente son recurrentes. Por eso se vuelve difícil hacerlos cambiar.
Sin embargo, para Dios nada es imposible él es el único que puede cambiar nuestra realidad, la Biblia dice en Salmos 30: 11:
“Has cambiado mi lamento en baile; Desataste mi cilicio, y me ceñiste de alegría”.
Cristo rompe las cadenas y nos da seguridad para que no percibamos la soledad, pon tu confianza en el Señor.
Fuimos creados para estar acompañados
“Y dijo Jehová Dios: No es bueno que el hombre esté solo; le haré ayuda idónea para él” (Génesis 2:18). Por eso, si hoy te sientes solo y no has hallado en tus familiares o amigos el consuelo que apacigüe la aflicción que te embarga, corre a los brazos de tu creador y él con abrazos de amor te llenará de aliento.
La soledad es manifestada como una sensación de vacío que produce malestar emocional, y que de agravarse, ocasiona enfermedades que conllevan a desenlaces fatales: Jesús quiere sanarte y cubrir esa falta que hay en ti. No importa quién te haya fallado o lo que no haya funcionado, Dios nunca abandona y sus promesas en su justo momento sí accionan.
Por eso, sí en medio de la nostalgia sientes que tu corazón te salta, recordando la esperanza que en Jesús puedes hallar, debes estar atento a escuchar el llamado celestial de tu Padre que en tu andar te quiere acompañar. Por eso, en cada cosa buena que te pase, está él como garante para brindar seguridad y le compartas tu soledad.